Articles

Cinco características de una buena pregunta

La mayoría de nosotros utilizamos las preguntas como marco para dirigir un grupo de estudio bíblico. Es posible que examinemos varias preguntas en busca de la perfecta para ese estudio en particular. ¿Cómo determinamos si una pregunta es buena o no? Aquí hay cinco características que conforman una buena pregunta.

  1. Estratégica

Un buen plan de enseñanza tendrá preguntas colocadas estratégicamente para que se haga la pregunta correcta en el momento adecuado y por las razones correctas. Una pregunta puede invitar a un alumno al proceso de aprendizaje (¿por qué debería estudiar esto?), definir un enfoque para el grupo (¿cuál es el tema que examinaremos?), dirigir el descubrimiento del alumno (¿qué dice?), ayudar al alumno a procesar el contenido (¿qué significa?) o desafiar al alumno a practicar lo que descubrió (¿qué hago ahora?). Estas cinco acciones suelen producirse en el orden indicado. Las buenas preguntas forman parte de un gran conjunto de preguntas que hacen avanzar al alumno en el proceso de aprendizaje para que pueda pasar a la acción.

  1. Abiertas, pero con dirección

Las preguntas abiertas requieren algo más que un «sí» o un «no» como respuesta, un número de veces como respuesta, o un Jesús/reza/lee tu Biblia como respuesta. Las preguntas cerradas tienen su lugar, siempre y cuando vayan seguidas de una pregunta abierta que requiera pensamiento y reflexión. Al mismo tiempo, las buenas preguntas tienen una dirección en mente. Preguntar: «¿Qué le llama la atención en este pasaje?» puede generar discusión, pero esta pregunta carece de dirección y viola la regla estratégica. Hacer una pregunta como «¿Te pareces más a María o a Marta?» y señalar los factores que justifican su selección es una pregunta cerrada (más como María o como Marta), pero abre la puerta a una pregunta abierta (al señalar los factores). Eso requiere que la persona identifique quiénes son María y Marta, qué las diferencia y con cuál se identifica más y por qué. Se podría adivinar que la siguiente pregunta en ese conjunto será ver las palabras que Jesús tenía para ambas y cómo eso se aplica a la persona que contestó.

  1. Guiado, pero sin dirigir

Las preguntas guiadas ayudan a mantener la discusión y la lección en el camino. Estamos guiando al grupo hacia la comprensión de una verdad o concepto específico para que respondan en base a esa comprensión específica. No los estamos guiando para que den la misma respuesta prescriptiva. Este es un ejemplo de pregunta guiada, pero dirigida: «¿No crees que deberíamos seguir la directiva de Pablo y proporcionar apoyo financiero a la organización local de colocación de huérfanos?» En este ejemplo, la persona no puede decir «no» sin quedar mal. He aquí un ejemplo de pregunta guiada, pero no dirigida: «¿Cómo podemos cuidar activamente de los huérfanos y las viudas en nuestra comunidad hoy en día?» Las personas que responden a esta pregunta pueden sugerir el apoyo a una organización local, o pueden proponer acciones que nunca hubiéramos considerado poner delante del grupo.

  1. Fomentar niveles superiores de pensamiento

No todas las preguntas son iguales. Una pregunta que facilite el pensamiento crítico y el procesamiento es más valiosa que una pregunta de «lo tengo» (preguntas que suelen estar basadas en hechos y son una repetición del contenido presentado por el profesor). El pensamiento crítico añade amplitud y profundidad al debate y a la lección. He aquí una pregunta de tipo «lo tengo»: «¿Cuántas veces utilizó Pablo la palabra ‘creer’ en este pasaje?» No es necesario pensar mucho para responder a esta pregunta. Una pregunta mejor podría ser: «¿Cuál es el significado de que Pablo use la palabra ‘creer’ en este pasaje, y cómo se compara con la forma en que usó la palabra en el capítulo anterior?»

Una palabra de precaución aquí. A veces confundimos el sustituirnos a nosotros mismos o a nuestros sentimientos en una escena bíblica con el fomento de niveles superiores de pensamiento. Preguntas como: «¿Cómo crees que se sintió José?», «Si hubieras sido José, ¿qué habrías hecho?», y «¿Cómo te hace sentir este evento?» reflejan nuestra pereza para elaborar buenas preguntas. «¿Cuándo te has enfrentado a una situación similar?», «¿Cómo se compararon tus emociones con las expresadas por José?», o «¿Cómo se comparó tu respuesta con la respuesta de José?» son los tipos de preguntas que fomentan niveles más altos de pensamiento.

  1. Capacita

Una gran pregunta capacitará al alumno para pensar y convertirse en una parte activa del proceso de aprendizaje/descubrimiento. Estamos dando permiso para explorar, descubrir, organizar, postular y procesar. Una de las razones por las que una conferencia puede ser asfixiante es que rara vez se le da permiso al alumno (se le faculta) para hacer algo más que escuchar. Los alumnos necesitan saber que está bien ir más allá de los hechos para llegar al significado y la aplicación de una verdad concreta. Las buenas preguntas les permiten hacerlo.

Usando estos cinco marcadores, ¿cómo evalúa las preguntas que hizo en el último grupo de estudio bíblico que dirigió? ¿Qué cambios necesita hacer en los tipos de preguntas que incluye en su plan de grupo?