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¿Por qué seguimos siendo tan gordos?

De todos modos, su salud suele mejorar. Muchos diabéticos ya no necesitan insulina. Los niveles de colesterol y presión arterial tienden a bajar. La apnea del sueño desaparece. Las espaldas, las caderas y las rodillas dejan de doler.

No hay suficientes cirujanos ni instalaciones para operar a todos los obesos a los que podría ayudar la cirugía bariátrica, señaló Randy Seeley, director del centro de investigación sobre nutrición de la Universidad de Michigan.

Y muchos pacientes y médicos persisten en pensar -con todas las pruebas en contra- que si las personas con sobrepeso realmente se lo proponen, pueden adelgazar y mantenerse delgadas.

Los científicos pudieron comprobar sin tapujos a qué se enfrentaban hace 50 años, cuando un investigador clínico de la Universidad Rockefeller, el Dr. Jules Hirsch, realizó algunos experimentos a la antigua. Reclutó a personas obesas para que permanecieran en el hospital y subsistieran con una dieta líquida de 600 calorías al día hasta que alcanzaran un peso normal.

Los sujetos perdieron 100 libras de media, y estaban encantados. Pero en cuanto salían del hospital, los kilos volvían a acumularse.

El Dr. Hirsch y el Dr. Rudy Leibel, ahora en la Universidad de Columbia, repitieron el estudio una y otra vez, con el mismo resultado. Finalmente, descubrieron que cuando una persona muy gorda se pone a dieta hasta alcanzar un peso normal, llega a parecerse fisiológicamente a una persona hambrienta, deseando comer con una avidez difícil de imaginar.

La lección nunca llegó a penetrar en la conciencia popular. Hace apenas un par de años, Kevin Hall, investigador principal del Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Renales, apareció en los titulares con un estudio sobre los concursantes del programa de televisión Biggest Loser. Descubrió que perdían enormes cantidades de peso, pero rara vez podían mantenerlo.