Tregua de Navidad de 1914
La Tregua de Navidad se produjo en torno al día de Navidad de 1914, cuando los sonidos de los fusiles disparando y los proyectiles explotando se desvanecieron en una serie de lugares a lo largo del Frente Occidental durante la Primera Guerra Mundial en favor de las celebraciones festivas. Durante el alto el fuego no oficial, los soldados de ambos bandos del conflicto salieron de las trincheras y compartieron gestos de buena voluntad.
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¿Qué ocurrió durante la tregua de Navidad de 1914?
A partir de la víspera de Navidad, muchas tropas alemanas y británicas que luchaban en la Primera Guerra Mundial cantaron villancicos entre sí a través de las líneas, y en algunos momentos los soldados aliados incluso escucharon bandas de música que se unían a los alemanes en sus alegres cantos.
Al amanecer del día de Navidad, algunos soldados alemanes salieron de sus trincheras y se acercaron a las líneas aliadas a través de la tierra de nadie, gritando «Feliz Navidad» en las lenguas nativas de sus enemigos. Al principio, los soldados aliados temieron que se tratara de un truco, pero al ver a los alemanes desarmados salieron de sus trincheras y estrecharon la mano de los soldados enemigos. Los hombres intercambiaron regalos de cigarrillos y budines de ciruela y cantaron villancicos y canciones. Algunos alemanes encendieron árboles de Navidad alrededor de sus trincheras, e incluso hubo un caso documentado de soldados de bandos opuestos que jugaron un partido de fútbol de buen humor.
El teniente alemán Kurt Zehmisch recordaba: «Qué maravilloso, pero qué extraño fue. Los oficiales ingleses pensaban lo mismo. Así, la Navidad, la celebración del amor, consiguió reunir a los enemigos mortales como amigos durante un tiempo».
Algunos soldados aprovecharon este efímero alto el fuego para una tarea más sombría: la recuperación de los cuerpos de los compañeros de combate que habían caído en la tierra de nadie entre las líneas.
La Primera Guerra Mundial y la Tregua de Navidad
La llamada Tregua de Navidad de 1914 se produjo sólo cinco meses después del estallido de la guerra en Europa y fue uno de los últimos ejemplos de la anticuada noción de caballerosidad entre enemigos en la guerra. Nunca se repitió -los futuros intentos de tregua navideña fueron anulados por las amenazas de los oficiales de tomar medidas disciplinarias- pero sirvió como prueba alentadora, aunque breve, de que bajo el brutal choque de las armas, la humanidad esencial de los soldados perduraba.
Durante la Primera Guerra Mundial, los soldados del Frente Occidental no esperaban celebrar en el campo de batalla, pero ni siquiera una guerra mundial pudo destruir el espíritu navideño.
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