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Por qué es importante alabar a Dios?

Pregunta: «¿Por qué es importante alabar a Dios?»
Respuesta: El libro de los Salmos es el libro de alabanza de la Biblia, y nos da cientos de razones por las que la alabanza es importante, así como ejemplos de cómo dar alabanza a Dios. Al examinar esas razones y ejemplos, una cosa queda clara. «Es bueno alabar a Yahveh y hacer música a tu nombre, oh Altísimo…» (Salmo 92:1). La alabanza es algo bueno. Eso significa que es agradable, valiosa y moralmente excelente. El Salmo 147:1 nos dice que la alabanza es hermosa y agradable.
Cuando consideramos las razones por las que debemos alabar a Dios, encontramos una lista de sus atributos. Está lleno de gloria (Salmo 138:5), es grande (Salmo 145:3), es sabio y poderoso (Daniel 2:20), es bueno (Salmo 107:8), es misericordioso y fiel (Salmo 89:1), y mucho más. Esta lista de atributos se complementa con una lista de sus maravillosas obras. Él es quien nos salva (Salmo 18:46), cumple Sus promesas (1 Reyes 8:56), perdona el pecado (Salmo 103:1-3) y nos da el alimento diario (Salmo 136:25). Tratar de enumerar todas las cosas que Dios ha hecho es imposible, pero es un ejercicio maravilloso porque hace que nuestros corazones vuelvan a Él y nos mantiene conscientes de lo mucho que le debemos.
El Salmo 148:1-10 nos dice que toda la creación debe alabar a Dios. Cuando Jesús entró en Jerusalén el Domingo de Ramos, se reunieron grandes multitudes y le ofrecieron sus alabanzas. Los fariseos querían que reprendiera a la gente, pero Jesús respondió: «Os digo que si éstos callaran, las piedras gritarían inmediatamente» (Lucas 19:40). Aunque hay muchas personas que eligen no alabar a Dios en este momento, viene un día en el que toda rodilla se doblará y toda lengua confesará las alabanzas de Dios (Filipenses 2:10-11). Algunos darán esas alabanzas con alegría debido a la salvación que han recibido, mientras que otros darán esas alabanzas como enemigos conquistados que se dirigen al castigo eterno por su rechazo a Dios.
La alabanza es una parte vital de una vida rendida a Dios, y da crédito a quien lo merece. «¡Oh, que los hombres alaben al Señor por su bondad, y por sus obras maravillosas para con los hijos de los hombres!». (Salmo 107:8).