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Estudios Bíblicos

Serie 19

Cosas difíciles de entender
por Francis Dixon

(Porción de la Escritura: 1 Corintios 3: 1-15)

¿Serán juzgados los cristianos? Sí, todos los cristianos serán juzgados. Cada creyente está sujeto a un triple juicio que cubre su vida pasada, presente y futura:

  1. 1. Como PECADOR: este juicio es PASADO – busque en Juan 5:24.
  2. 2. Como HIJO: este juicio es PRESENTE – busque en 1 Corintios 11:28,31,32.
  3. 3. Como Guardián: este juicio es FUTURO – busque en Romanos 14:10.

En el momento en que alguien cree en el Señor Jesucristo, Dios lo salva (Hechos 16:30-31; Romanos 10:9-10). Nadie merece ser salvado, y nadie puede hacer nada para merecer la salvación. La salvación es totalmente por gracia (Efesios 2:8-10; Tito 3:5), y se otorga plena y gratuitamente, en la persona del Señor Jesucristo, a todos los que lo aceptan. Y como la salvación es totalmente por gracia, cuando el Señor vuelva, todo cristiano será trasladado a su presencia para estar con él para siempre (1 Tesalonicenses 4:17-18). Pero hay diferentes clases de cristianos: fieles e infieles (Mateo 25:21); espirituales y carnales (1 Corintios 3:1); diligentes y descuidados (Efesios 5:15-17). ¿Qué importa, entonces, la clase de cristianos que seamos si cuando el Señor venga de nuevo todos seremos arrebatados de todos modos? Importa mucho, porque:

«Es necesario que todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo» (Romanos 14:10; 2 Corintios 5:10), y allí «recibiremos la recompensa» (1 Corintios 3:14), o «sufriremos la pérdida» (1 Corintios 3:15) según la clase de cristianos que hayamos sido.

Cristiano, hay un gran Día de Examen que viene – y debes vivir y trabajar en la luz de ese día si quieres recibir «una recompensa completa» – busca en 2 Juan 8. Hace una tremenda diferencia la clase de cristiano que eres. Ningún creyente será juzgado por sus pecados, porque los pecados de cada creyente ya han sido juzgados y castigados en la persona del Señor Jesucristo en la cruz (Romanos 8:1). Pero todo creyente será juzgado en cuanto a su vida y servicio, y éste es el tema de este estudio.

Cuando comparezcamos ante el Tribunal de Cristo apareceremos como realmente somos.

Aquí abajo nunca somos vistos por los demás como realmente somos; sólo Dios puede ver nuestros corazones – busque 1 Samuel 16:7, y compare 2 Corintios 5:10. Este último versículo puede ser traducido literalmente, «en nuestros verdaderos caracteres». A este respecto, lea Hechos 5:1-10. Luego note en 1 Corintios 3:13 que el fuego es para probar la clase de trabajo que hemos rendido al Señor – no la apariencia de ese trabajo. En 1 Corintios 4:5, se nos dice que lo único que cuenta ante Dios es la realidad, y que en el Tribunal de Cristo Él pondrá de manifiesto nuestros motivos y nos recompensará en consecuencia.

Cuando comparezcamos ante el Tribunal de Cristo tendremos que dar cuenta de nosotros mismos y de nuestros servicios.

Romanos 14:12 nos dice esto. No hay excepciones, porque Pablo dice, «cada uno de nosotros»; y la cuenta que daremos es de nosotros mismos – no de otros. Se revelará entonces:

Cuando comparezcamos ante el Tribunal de Cristo, todo lo que no tenga valor y esté vacío será quemado, y sólo quedará lo que pueda resistir la prueba del fuego.

Lea 1 Corintios 3:12-15, y fíjese en las dos clases de materiales:

  1. 1. Lo que resiste la prueba del fuego y que es purificado por el fuego (oro, plata, piedras preciosas).
  2. 2. Lo que se quema fácilmente porque no tiene valor (madera, heno, hojarasca).

La vida que vivimos y la manera en que servimos es de dos clases – ¡o la que resistirá la prueba del fuego, o la que no!

Cuando comparezcamos ante el Tribunal de Cristo, el propósito del Juez no será castigar la infidelidad, sino recompensar la fidelidad.

Cuando los Juegos Griegos terminaban, los concursantes vencedores se reunían ante el Bema, o estrado de los jueces. Este era un asiento elevado sobre el que se sentaba el árbitro para pronunciar los resultados y otorgar los premios. Tú y yo tendremos que presentarnos ante el Tribunal de Cristo para que Él pueda dar el honor, la promoción y la recompensa donde se ha merecido. Los días de premios en la escuela se celebran, no para castigar y degradar a los que no lo han hecho bien, sino para premiar a los que lo han hecho bien. ¡Qué importante es para nosotros vivir y trabajar en el poder del Espíritu Santo para poder recibir una recompensa (1 Corintios 3:14)! Cuando comparezcamos ante el Tribunal de Cristo:

Cuando comparezcamos ante el Tribunal de Cristo, será demasiado tarde para desear haber sido más fieles, más celosos, más cuidadosos en nuestro caminar y en nuestro testimonio.

Ahora es el momento de ocuparse de estas cosas – ¡consulte 1 Corintios 11:31; 1 Juan 2:18!