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¿Cómo se convirtió el águila calva en el ave nacional de Estados Unidos? – HISTORIA

El papel del águila calva como símbolo nacional está vinculado a su aparición en 1782 en el Gran Sello de los Estados Unidos. Poco después de la firma de la Declaración de Independencia, el 4 de julio de 1776, el Congreso Continental encargó a Benjamin Franklin, Thomas Jefferson y John Adams el diseño de un sello oficial para la nueva nación. Sin embargo, los tres Padres Fundadores no consiguieron un diseño que obtuviera la aprobación del Congreso, al igual que dos comités posteriores a los que se les encomendó la tarea. A mediados de junio de 1782, el trabajo de los tres comités fue entregado a Charles Thomson, secretario del Congreso. Thomson eligió lo que consideraba los mejores elementos de los distintos diseños e hizo que el águila -que había sido introducida por el abogado de Pensilvania William Barton, de inclinación artística, en un diseño presentado por el tercer comité- fuera más prominente. (Desde la antigüedad, el águila se ha considerado un signo de fuerza; las legiones romanas utilizaban el animal como estandarte o símbolo.)

Thomson también recomendó que el águila blanca y pequeña utilizada en el diseño de Barton se sustituyera por un águila calva americana, y el Congreso adoptó este diseño el 20 de junio de 1782. (Contrariamente a la leyenda, no hay pruebas de que Ben Franklin protestara ante el Congreso por la elección del águila calva y presionara a favor del pavo, aunque en una carta de 1784 a su hija tildó al águila calva de «ave de mal carácter moral»). A medida que el diseño fue apareciendo en documentos oficiales, moneda, banderas, edificios públicos y otros artículos relacionados con el gobierno, el águila calva se convirtió en un icono americano.

A pesar de su significado simbólico, la majestuosa ave nacional de Estados Unidos se ha enfrentado a una amenaza de extinción en la vida real. A finales del siglo XIX, el país albergaba 100.000 águilas calvas que anidaban, pero el número de aves pronto disminuyó debido a factores como la destrucción del hábitat y la caza. En 1940, el Congreso aprobó la Ley de Protección del Águila Calva, que ilegalizaba la posesión, muerte o venta de estas aves. Una nueva amenaza surgió cuando empezaron a comer presas contaminadas con DDT, un pesticida que se empezó a utilizar ampliamente tras la Segunda Guerra Mundial. En la década de 1960, sólo quedaban unas 400 parejas reproductoras en el territorio continental de Estados Unidos, y en 1978 el águila calva fue incluida en la lista de especies en peligro de extinción. Gracias a las protecciones federales y a las regulaciones relacionadas con el DDT, en 1995 la población de águilas calvas se recuperó lo suficiente como para cambiar el estatus del ave de amenazada a en peligro de extinción, y en 2007 se eliminó completamente de la lista.