El desarrollo del hueso cortical se caracteriza por la formación inicial de hueso tejido seguida de la deposición de hueso laminar sobre el andamiaje tejido. Esto ocurre en la formación ósea normal como un patrón de autoensamblaje integral obligatorio en todos los grupos de vertebrados, con características temporales y espaciales específicas. También ocurre en el hueso de reparación, modificado por el entorno biofísico/mecánico, y en el hueso patológico, modificado por el trastorno específico y su gravedad. Dos poblaciones celulares de osteoblastos espacialmente distintas sintetizan el hueso tejido y el hueso laminar: los osteoblastos mesenquimales se rodean circunferencialmente de colágeno en un conjunto aleatorio para formar el hueso tejido; los osteoblastos superficiales se alinean en un conjunto lineal en la superficie del hueso tejido (o del hueso laminar adyacente) para sintetizar el hueso laminar de fibras paralelas. Se definen cuatro etapas específicas de la formación del hueso tejido: etapa I, diferenciación temprana de los preosteoblastos a partir de células mesenquimales indiferenciadas; etapa II, los osteoblastos mesenquimales se rodean a sí mismos en un arco de 360° con fibras de la matriz orientadas al azar; etapa III, la matriz tejida actúa como un andamio en el que los osteoblastos superficiales comienzan a sintetizar hueso en conformación laminar de fibras paralelas; etapa IV, disminución relativa progresiva del hueso tejido en el complejo hueso tejido/ hueso laminar. Los estadios II y IV se subdividen a su vez (en a, b y c) por el cambio de las relaciones área celular/área de la matriz y hueso tejido/ hueso laminar. La importancia biológica del hueso tejido, poco apreciada, es que inicia la formación de novo en lugares sin hueso previo. Esta información permite una evaluación específica de los mecanismos moleculares y biofísicos que subyacen a la formación de hueso tejido y su utilización para iniciar una formación ósea mejorada.