Somos verdad
¿Por qué la vida es tan corta? La media de edad de las mujeres es de 83 años y la de los hombres de 79, y te puede parecer bastante buena. Al principio de nuestra vida parece mucho tiempo, pero cuando nos hacemos mayores empieza a parecernos muy corta. ¿Por qué?
Bueno, los primeros años somos casi inconscientes. Sólo somos, respondemos a los estímulos según nuestro temperamento innato y otras características, y poco más. Y no sabemos que existe algo que se llama muerte y, por tanto, somos inmortales.
Después crecemos y nos convertimos en adolescentes y se nos alimenta poco a poco la idea de que somos algo, bello, bueno, intenso, travieso, inteligente y tonto y cualquier otra cosa que se nos ocurra. Y de repente somos todo eso y mucho más. Y aunque hayamos oído hablar de la muerte, o hayamos perdido a alguien cercano, normalmente se aplica a personas distintas de nosotros mismos. Seguimos siendo inmortales.
Nos transformamos en adolescentes con las hormonas alborotadas, tenemos que luchar con el entorno, con nosotros mismos y con las ideas que nos han dado y que no encajan con nosotros, y los años pasan y nada más es importante. Viejos son todos los que tienen más de 20 años y están todos con un pie en la tumba. Seguimos siendo inmortales.
Luego superamos la adolescencia y nos hacemos «sabios», vamos a la universidad, al trabajo, a la cárcel, tenemos cónyuges, hijos, alegrías y penas y nada más es importante, ya tenemos bastante que hacer. Somos mortales pero esperamos vivir lo suficiente para que nuestros hijos lleguen a la edad adulta, sea lo que sea. Y así hasta que un día llegamos a la mediana edad, entonces iniciamos el proceso de apoyo a nuestros hijos. Les ayudamos a salir de casa y a hacer los suyos, por fin.
Apoyamos sus primeros pasos, y quizá poco más, y entonces nos convertimos de repente en personas mayores y por fin tenemos tiempo para mirarnos a nosotros mismos y existir para nosotros y nada más. Pero mucha gente teme lo que ve y crea algo nuevo para colocar a los niños que ahora comienzan su viaje en el mundo a repetir este mismo proceso.
Podemos crear fácilmente la importancia, el engaño para escondernos detrás
Mucha gente nunca entra en contacto con ellos mismos, no importa lo viejos y «sabios» que sean. Aunque lo único que les queda es sentarse solos en una residencia de ancianos. Pero hay algunos que se paran y se preguntan, aquí estoy, ¿qué hago con ello?
Créeme, esto es así. Lo sé de sobra, por experiencia propia, he sido niña, adolescente, mujer trabajadora, casada con hijos, muy importante y partidaria de traer a mis hijos al mundo para que repitan todas las tonterías.
Y ahora me paro a preguntar, aquí estoy y ¿qué hago con esto? Si trabajo hasta la jubilación, me quedan 5 años de trabajo. Me quedan 10 años buenos en total, si es que vivo tanto. En realidad sólo hay diez años buenos, porque después de los setenta aparecerán los futuros problemas de la vejez, decaeremos en el cuerpo y quizás en la mente.
Si utilizamos la estadística, ahora me quedan 21 años y 4 de ellos como viuda. Y si me fijo en los genes heredados me podrían quedar 30 años y 10 de ellos en residencia de ancianos y alguno de ellos como viuda.
Ahora sabemos por qué la vida es tan corta. En realidad son sólo 20 o 30 años.
¿Y qué voy a hacer con ellos? Pues voy a vivirlos todos, todos y cada uno de los momentos, conmigo mismo, para mí y para nadie más. Mi último aliento en este mundo será el momento más notable de mi vida. Como todos los demás momentos, nunca se repetirá. A partir de ese momento se acabó todo, tanto yo como todo lo que represento. ¿Quién dice que la vida no es asombrosa, absolutamente notable y que nuestra existencia es la mayor maravilla de todas?
Maravilloso.