Es un simple caso de su genética. Las moscas de diferentes tamaños, con diferentes pesos, requieren diferentes cantidades de elevación para mantenerse en el aire.

Dependiendo de la envergadura de las alas, y de su fuerza, un insecto batirá sus alas a diferentes velocidades.

Una mariposa, con alas grandes, desplazará más aire por batido, generando así más elevación. Esto exige más fuerza, pero debe hacerse con menos frecuencia. Como el período de movimiento de sus alas está por debajo de los 20hz, y más allá del umbral de audición humano, no podemos oírlas volar.

Una mosca doméstica, en cambio, desplaza muy poco aire por batido debido a la pequeña superficie de sus alas. Esto, aunque no requiere mucha fuerza, debe hacerse muy a menudo. Como deben batir sus alas unas 200 veces por segundo, producen un tono audible a una frecuencia de hasta 1000hz. Esto cambia dependiendo de su vuelo, si están ascendiendo, descendiendo o viajando lateralmente, así como por el efecto Doppler, ya que cambian de posición con respecto al observador en intervalos de tiempo significativos.

En cuanto a las abejas, y otros insectos alados amenazantes, sus alas pueden batir alrededor de doscientas veces por segundo, produciendo un tono a aproximadamente 190hz. Sin embargo, el zumbido distintivo proviene de la naturaleza de onda cuadrada de su batido (una breve pausa, retardo o reducción de la velocidad entre cada aleteo hacia arriba o hacia abajo), en contraposición al patrón sinusoidal común (aceleración constante) de las alas de una mosca doméstica.

Edición: El oído humano suele oscilar entre los 20Hz y los 22.000Hz, pero puede superar los límites superior e inferior. Las mariposas producen corrientes de aire con poca amplitud relativa (volumen) a pesar de estar cerca del umbral de audición.

Editar cont: Los mosquitos baten mucho más a menudo que las moscas, como requiere su envergadura, y por ello producen un ruido más agudo. Las drosófilas, por su parte, baten tan rápida y silenciosamente que las vibraciones que producen no suelen oírse, pero no es inaudito (no es un juego de palabras) que un individuo pueda oírlas, especialmente a quemarropa.