El impresionismo fue una reacción al realismo. El impresionismo transmitía la luz y una imagen fugaz. Manet tendió un puente entre los dos periodos. El impresionismo comenzó a tomar forma en la década de 1860 en los lienzos de Édouard Manet, Claude Monet y Pierre-Auguste Renoir. Pero el verdadero nacimiento del impresionismo fue probablemente el verano de 1869, cuando Monet y Renoir pintaron vistas de un balneario en La Grenouillère, a orillas del Sena. Ese verano aprendieron a captar los estados de ánimo de la naturaleza con pinceladas rápidas y sugerentes. Fue aquí donde el estilo de pincelada quebrada se convirtió en una característica estándar del arte impresionista. El movimiento aún no tenía un nombre, que llegó cinco años después, cuando un crítico atacó uno de los primeros cuadros de Monet: Impresión — Amanecer.
El impresionismo puede considerarse el primer movimiento moderno en la pintura. El impresionismo se desarrolló en París en la década de 1860 y su influencia se extendió por toda Europa y, finalmente, por Estados Unidos. Sus creadores fueron artistas que rechazaron las exposiciones/salones oficiales sancionados por el gobierno y, en consecuencia, fueron rechazados por las poderosas instituciones artísticas académicas. El impresionismo se alejó de la creación de un arte fino, acabado y detallado al que aspiraban la mayoría de los artistas de su época. El objetivo de los impresionistas era captar el efecto momentáneo y sensorial de una escena. Para lograr este efecto, muchos artistas impresionistas se trasladaron del estudio a las calles y al campo, pintando «en plein air».»