¿Por qué los golpes en la cabeza le hacen «ver estrellas»?
- Un golpe en el cerebro
- Engañar a la corteza visual
La descarga caótica de energía engaña al cerebro haciéndole creer que está viendo una serie de luces parpadeantes sin ningún orden o patrón discernible. Sin embargo, este efecto no dura demasiado tiempo.
Si nunca te has roto la cabeza con algo en algún momento de tu vida, entonces eres muy afortunado, y probablemente deberías dejar de vivir en una pequeña burbuja tan segura. Sin embargo, los que alguna vez nos hemos topado con un armario abierto, hemos sufrido una mala caída o nos hemos golpeado con la parte trasera de un 2×4, sabemos lo que se siente al recibir un golpe en la cabeza. Además del dolor y del inevitable golpe en el cráneo, cuando sufrimos una lesión en la cabeza ocurre algo peculiar: acabamos «viendo estrellas».
Viendo estrellas (Photo Credit: wickerwood / Fotolia)
Si te dan un golpe lo suficientemente fuerte, acabas viendo la oscuridad, pero en algún punto entre un chichón y un golpe de gracia se produce este fenómeno, pero ¿por qué?
Un golpe en el cerebro
Los humanos hemos evolucionado durante cientos de miles de años para proteger la parte más importante de nuestra anatomía: el cerebro. Nuestra materia gris está rodeada de algo llamado líquido cefalorraquídeo, que actúa como un cojín para nuestro cerebro. Cuando giramos la cabeza bruscamente, nos golpeamos la frente contra una mesa o nos ponemos a bailar nuestra canción favorita, nuestro cerebro se mueve de acuerdo con el impacto, pero no se golpea contra los lados del cráneo con demasiada fuerza.
Sin embargo, en casos más extremos, cuando nos golpeamos la cabeza con más velocidad (o cuando un objeto nos golpea con gran velocidad), ocurre algo diferente. Tomemos el ejemplo de recibir un puñetazo en la cara. Cuando el golpe caiga, nuestro cráneo se retraerá, momento en el que golpeará la parte frontal de nuestro cerebro. Cuando caemos al suelo y nos golpeamos la cabeza contra el suelo, el cráneo será empujado hacia delante, golpeando la parte posterior del cerebro, concretamente el lóbulo occipital. Este rápido impacto puede interrumpir el flujo de sangre en esa zona, y también puede afectar a la enorme cantidad de células nerviosas de la parte posterior de la cabeza.
Este rápido movimiento del cráneo y su impacto en el cerebro es lo que hace que «veamos estrellas», porque el lóbulo occipital es donde se encuentra la corteza visual.
Trucando la corteza visual
Cuando abrimos los ojos y miramos a nuestro alrededor, esos impulsos nerviosos se traducen en imágenes en los tejidos de la corteza visual. Esencialmente, así es como vemos el mundo que nos rodea. Sin embargo, cuando esos tejidos reciben un impacto tan violento (por el chasquido del cráneo contra el lóbulo occipital), las células nerviosas de la parte posterior de la cabeza descargan una cascada de impulsos eléctricos, que se dispersan por los tejidos.
Las funciones del cerebro (Crédito de la foto: artisticco / Fotolia)
Esta descarga caótica de energía engaña al cerebro haciéndole creer que está viendo una serie de luces parpadeantes sin ningún orden o patrón discernible. Sin embargo, este efecto no dura demasiado tiempo, y a medida que los tejidos vuelven a la normalidad y se alivia la presión de esas células nerviosas, las estrellas se desvanecen gradualmente. «Ver estrellas» es inofensivo, aunque lo que haya provocado que usted vea esas estrellas puede causarle algún daño real.
Usted puede crear artificialmente la misma experiencia frotándose los ojos por la mañana al despertarse. Estás ejerciendo una presión anormal sobre los nervios ópticos detrás del ojo, lo que se traduce en un confuso revoltijo de señales que la corteza visual debe procesar. De nuevo, esa interrupción del flujo sanguíneo normal y de la presión genera estas falsas imágenes de «estrellas», que son esencialmente el disparo aleatorio de impulsos eléctricos a través de su centro nervioso visual.
Aunque mirar un cielo lleno de estrellas puede ser una forma trascendente de ver el mundo, sufrir lesiones en la cabeza para replicar esa experiencia no es una elección muy sabia. ¡Protege tu cerebro a toda costa!