Aunque desafía el consenso, entre 1900 y 2006 las campañas de resistencia no violenta tuvieron más del doble de éxito que sus homólogas violentas. Atrayendo un impresionante apoyo de los ciudadanos que ayuda a separar a los regímenes de sus principales fuentes de poder, estas campañas han producido resultados notables, incluso en los contextos de Irán, los Territorios Palestinos, Filipinas y Birmania.

Combinando el análisis estadístico con estudios de casos de estos países y territorios específicos, Erica Chenoweth y Maria J. Stephen detallan los factores que permiten que estas campañas tengan éxito y, a veces, que las hacen fracasar. Descubren que la resistencia no violenta presenta menos obstáculos para la implicación moral y física, la información y la educación, y el compromiso de los participantes. Los niveles más altos de participación contribuyen a una mayor resistencia, a una mayor probabilidad de innovación táctica, a un aumento de las oportunidades de perturbación cívica (y, por tanto, a un menor incentivo para que el régimen mantenga el statu quo), y a cambios en la lealtad de los antiguos partidarios de los opositores, incluidos los miembros del estamento militar. Los autores concluyen que el éxito de los movimientos de resistencia no violenta da lugar a democracias más duraderas e internamente pacíficas, que tienen menos probabilidades de recaer en la guerra civil. Presentando un argumento rico en evidencias, este libro compara original y sistemáticamente los resultados violentos y no violentos en diferentes periodos históricos y contextos geográficos, desmontando el mito de que la violencia se produce por factores estructurales y ambientales y es necesaria para alcanzar determinados objetivos políticos. Por el contrario, Chenoweth y Stephan descubren que la insurgencia violenta rara vez es justificable por motivos estratégicos.

Erica Chenoweth y Maria J. Stephan