Articles

¿Por qué aumenta la discriminación contra los migrantes durante una crisis y cómo se puede reducir su impacto?

Interviewing Rubén Sánchez, Director of 'Zanmi'

Categoria: Comunicación &Migración
Autor: Laura Manzi

‘Zamni’ (2018) es una de las películas que han participado en la edición 2020 del Global Migration Film Festival. El cortometraje, que fue seleccionado para ser proyectado a nivel regional por la Oficina Regional para Centroamérica, Norteamérica y el Caribe, narra las experiencias y la vida cotidiana de cuatro migrantes haitianos en Chile y su proceso de integración en el país sudamericano.

En esta entrevista, el joven director Rubén Sánchez, cuenta qué objetivos y motivaciones lo guiaron hacia la creación del cortometraje.

¿Por qué elegiste a los jóvenes migrantes haitianos como protagonistas de tu obra? ¿Hay algo en su perfil que los diferencie de otras comunidades de migrantes en Chile?

Lo que nos llamó la atención es que la población haitiana aquí en Chile es la que más le cuesta integrarse a la sociedad. Una de las principales razones es que hablan otro idioma, el criollo, y eso es una barrera aún mayor teniendo en cuenta que el español chileno tiene muchos modismos y tiende a hablarse muy rápido. Otro obstáculo para la integración es el racismo y el rechazo de algunos sectores de la sociedad hacia la población haitiana: ya sea por su etnia, nacionalidad, idioma u otros prejuicios. Esto lleva a una mayor segregación y no a la integración.

En el cortometraje, hay muchas escenas que retratan diferentes paisajes: el mar, el bosque, la ciudad. ¿Cuál es el papel de la naturaleza en el proceso de integración de los inmigrantes?

Las condiciones climáticas y los paisajes pueden ser un reto para la integración. Por ejemplo, Haití es muy plano, no hay montañas y el clima es tropical. Aquí en Chile, la naturaleza y los microclimas son bastante diversos (el norte tiene temperaturas más altas, el sur es más húmedo y lluvioso, mientras que la zona central es una mezcla de estos).
La naturaleza, sin embargo, tiene también un propósito simbólico en el documental. La cordillera, que caracteriza el paisaje chileno, es la gran frontera a la que se enfrenta cualquier persona para llegar a Chile. Esto justifica la escena que abre y cierra la película y que representa a uno de los protagonistas en el Embalse del Yeso, que es un lugar aquí en Santiago, en medio de la cordillera. Quisimos filmar esas escenas ahí como una forma más onírica de representar este enorme muro que es como una frontera que hay que cruzar para llegar a Chile, y que a la vez simboliza el gran muro que hay en el choque cultural que enfrenta la población haitiana.

‘La vida es un círculo. Un círculo perfecto del que no formamos parte’: los protagonistas de la película tienen trabajo, van a la escuela, aprenden español. Entonces, ¿cuáles son los elementos que siguen impidiendo su integración en la comunidad de acogida, ese ‘círculo’ del que están excluidos?

El choque cultural es grande. Si la sociedad de acogida vive este ‘miedo a lo desconocido’, la población migrante haitiana reacciona a su vez y esto genera un miedo a la comunidad donde viven. La falta de integración se ve dificultada por los prejuicios y porque no se promueven iniciativas que valoren la riqueza cultural. Creo que esto es lo que nos falta como sociedad: ser más educados. Si no hay una buena educación, no habrá gente que no pueda integrarse; todavía nos falta educarnos y «humanizarnos». Siento que de alguna manera también estamos ‘deshumanizados’. Esto es lo que quiere plasmar el documental: reflexionar sobre la humanidad que necesitamos, la humanidad que necesitamos para integrar a los demás, mostrar que en realidad todos somos iguales, todos somos seres humanos y todos tenemos sueños.

¿Cuánto se nota el director en su trabajo? ¿Cómo es que le interesa el tema de la migración?

El tema de la migración haitiana fue, para mí, una preocupación personal, porque vivo en una de las ciudades de Chile con mayor población haitiana. Solía ser testigo a diario de este rechazo a la población haitiana en los ojos de la gente, en comentarios que se intercambiaban susurrando en el autobús cuando iba a la universidad. Me preocupaba eso.
Además, antes de matricularme en comunicación audiovisual, estudié trabajo social, y tuve muchos cursos sobre la cuestión de la migración y las políticas sociales relacionadas. Investigué mucho sobre la migración haitiana, lo que me permitió captar la idea central del cortometraje. Durante el proceso de rodaje, tuve la oportunidad de conocer a estos jóvenes (migrantes haitianos), de vivir su cultura, de probar su comida. Me llené de una cultura que no conocía, me llené de conocimiento, de una nueva experiencia. Me gustaría que este documental pudiera llegar a más gente, cambiar lo que somos y cultivar nuestra humanidad.