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Mujeres… a la sombra del cambio climático

El cambio climático es uno de los mayores retos mundiales del siglo XXI. Sus impactos varían según las regiones, las generaciones, la edad, las clases, los grupos de ingresos y el género. Según las conclusiones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), es evidente que las personas que ya son más vulnerables y están marginadas serán también las que experimenten los mayores impactos. Se prevé que los pobres, principalmente en los países en desarrollo, se verán desproporcionadamente afectados y, por consiguiente, serán los que más necesiten estrategias de adaptación frente a la variabilidad y el cambio climáticos. Es probable que tanto las mujeres como los hombres que trabajan en sectores de recursos naturales, como la agricultura, se vean afectados1 . Cada vez se considera que las mujeres son más vulnerables que los hombres a los impactos del cambio climático, principalmente porque representan la mayoría de los pobres del mundo y dependen proporcionalmente más de los recursos naturales amenazados. La diferencia entre hombres y mujeres también puede apreciarse en sus diferentes funciones, responsabilidades, toma de decisiones, acceso a la tierra y a los recursos naturales, oportunidades y necesidades, que tienen ambos sexos.2 En todo el mundo, las mujeres tienen menos acceso que los hombres a recursos como la tierra, el crédito, los insumos agrícolas, las estructuras de toma de decisiones, la tecnología, la formación y los servicios de extensión que mejorarían su capacidad de adaptación al cambio climático.3

Por qué las mujeres son más vulnerables
La vulnerabilidad de las mujeres al cambio climático se debe a varios factores: sociales, económicos y culturales.

El 70% de los 1.300 millones de personas que viven en condiciones de pobreza son mujeres. En las zonas urbanas, el 40% de los hogares más pobres están encabezados por mujeres. Las mujeres predominan en la producción mundial de alimentos (50-80%), pero son propietarias de menos del 10% de la tierra.

Las mujeres representan un alto porcentaje de las comunidades pobres que dependen en gran medida de los recursos naturales locales para su subsistencia, sobre todo en las zonas rurales, donde asumen la mayor responsabilidad del suministro de agua en el hogar y de la energía para cocinar y calentarse, así como de la seguridad alimentaria. En Oriente Próximo, las mujeres aportan hasta el 50% de la mano de obra agrícola. Se encargan principalmente de las tareas que requieren más tiempo y mano de obra y que se realizan manualmente o con el uso de herramientas sencillas. En América Latina y el Caribe, la población rural ha disminuido en las últimas décadas. Las mujeres se dedican principalmente a la agricultura de subsistencia, sobre todo a la horticultura, la avicultura y la cría de ganado menor para el consumo doméstico.

Las mujeres tienen un acceso y un control limitados de los bienes y servicios ambientales; tienen una participación insignificante en la toma de decisiones y no participan en la distribución de los beneficios de la gestión del medio ambiente. En consecuencia, las mujeres están menos capacitadas para afrontar el cambio climático.

Durante las condiciones meteorológicas extremas, como sequías e inundaciones, las mujeres tienden a trabajar más para asegurar el sustento del hogar. Esto dejará menos tiempo a las mujeres para acceder a la formación y a la educación, desarrollar habilidades o conseguir ingresos. En África, las tasas de analfabetismo femenino superaban el 55% en el año 2000, en comparación con el 41% de los hombres.4 Cuando se une a la inaccesibilidad a los recursos y a los procesos de toma de decisiones, la movilidad limitada sitúa a las mujeres en un lugar en el que se ven afectadas de forma desproporcionada por el cambio climático.

En muchas sociedades, las normas socioculturales y las responsabilidades del cuidado de los hijos impiden a las mujeres emigrar o buscar refugio en otros lugares o trabajar cuando se produce un desastre. Es probable que esta situación suponga una mayor carga para las mujeres, como viajar más tiempo para conseguir agua potable y leña para el combustible. En muchos países en desarrollo, las mujeres sufren desigualdades de género en cuanto a derechos humanos, estatus político y económico, propiedad de la tierra, condiciones de vivienda, exposición a la violencia, educación y salud. El cambio climático será un factor de estrés añadido que agravará la vulnerabilidad de las mujeres. Es de sobra conocido que, durante los conflictos, las mujeres se enfrentan a una mayor violencia doméstica, intimidación sexual, tráfico de personas y violaciones.5

Mejorar la adaptación de las mujeres al cambio climático
A pesar de su vulnerabilidad, las mujeres no sólo son vistas como víctimas del cambio climático, sino que también pueden ser vistas como agentes activos y eficaces y promotores de la adaptación y la mitigación. Durante mucho tiempo, las mujeres han desarrollado históricamente conocimientos y habilidades relacionados con la recogida y el almacenamiento de agua, la conservación y el racionamiento de alimentos y la gestión de los recursos naturales. En África, por ejemplo, las mujeres mayores representan reservas de sabiduría con sus conocimientos y experiencia heredados relacionados con las alertas tempranas y la mitigación de los impactos de los desastres. Estos conocimientos y experiencia que han pasado de una generación a otra podrán contribuir eficazmente a mejorar la capacidad de adaptación local y a mantener los medios de vida de una comunidad. Para ello, y con el fin de mejorar la capacidad de adaptación de las mujeres en todo el mundo, especialmente en los países en desarrollo, es necesario tener en cuenta las siguientes recomendaciones:

– Las iniciativas de adaptación deben identificar y abordar los impactos específicos de género del cambio climático, especialmente en áreas relacionadas con el agua, la seguridad alimentaria, la agricultura, la energía, la salud, la gestión de desastres y los conflictos. También deben tenerse en cuenta importantes cuestiones de género asociadas a la adaptación al cambio climático, como las desigualdades en el acceso a los recursos, incluidos el crédito, los servicios de extensión y formación, la información y la tecnología.

– Las prioridades y necesidades de las mujeres deben reflejarse en la planificación y financiación del desarrollo. Las mujeres deben formar parte de la toma de decisiones a nivel nacional y local en lo que respecta a la asignación de recursos para las iniciativas relacionadas con el cambio climático. También es importante garantizar inversiones que tengan en cuenta la perspectiva de género en los programas de adaptación, mitigación, transferencia de tecnología y desarrollo de capacidades.

– Las organizaciones de financiación y los donantes también deberían tener en cuenta las circunstancias específicas de las mujeres a la hora de desarrollar e introducir tecnologías relacionadas con la adaptación al cambio climático y hacer todo lo posible para eliminar las barreras económicas, sociales y culturales que podrían limitar a las mujeres a la hora de beneficiarse y hacer uso de ellas. Implicar a las mujeres en el desarrollo de nuevas tecnologías puede garantizar que sean adaptables, adecuadas y sostenibles. A nivel nacional, deben realizarse esfuerzos para incorporar la perspectiva de género en las políticas y estrategias nacionales, así como en los planes e intervenciones relacionados con el desarrollo sostenible y el cambio climático.

Notas 1 OIT, 2008. Informe de la Comisión de Empleo y Política Social, Consecuencias del cambio climático para el empleo y el mercado de trabajo, cuarto punto del orden del día, Consejo de Administración, 303ª reunión (Ginebra), p. 2.
2 Osman-Elasha, 2008 «Gender and Climate Change in the Arab Region», Arab Women Organization p. 44.
3 Aguilar, L., 2008. «¿Existe una conexión entre el género y el cambio climático?», Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), Oficina de la Asesora Superior de Género.
4 Rena, Ravinder y N. Narayana (2007) «Gender Empowerment in Africa: An Analysis of Women Participation in Eritrean Economy», Nueva Delhi: International Journal of Women, Social Justice and Human Rights, Vol.2. No.2., pp. 221-237 (Serials Publishers).
5 Davis, I. et. al. 2005, «Tsunami, Gender, and Recovery».
6 UICN 2004 (a), «Climate Change and Disaster Mitigation: Gender Makes the Difference». Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, 2001. Climate Change: Impacts, Adaptation and Vulnerability, Contribution of Working Group II to the Third Assessment Report of the IPCC.
7 UICN 2004 (b), «Energy: Gender Makes the Difference».
Gender Action, 2008. Gender Action Link: Climate Change (Washington, D.C.), http://www.genderaction.org/images/Gender%20Action%20Link%20-%20Climate%…
Third Global Congress of Women in Politics and Governance, 2008. Background and Context Paper for the Conference, Manila, Filipinas, 19-22 de octubre, www.capwip.org/3rdglobalcongress.htm
IUCN 2007, «Gender and Climate Change: Women as Agents of Change».