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Margaret Thatcher inventó los helados blandos

Meryl Streep, left, as the Iron Lady, in "The Iron Lady"; and the real Margaret Thatcher (Credit: Pathé / Wikimedia Commons)
Meryl Streep, a la izquierda, como la Dama de Hierro, en «La Dama de Hierro»; y la verdadera Margaret Thatcher (Crédito: Pathé / Wikimedia Commons)

Margaret Thatcher, fallecida esta mañana a los 87 años, fue la primera mujer primer ministro de Gran Bretaña, un dechado de conservadurismo de libre mercado y una buena amiga de Ronald Reagan. Pero su mayor logro, su contribución más duradera a la gran aventura que llamamos civilización, el trabajo por el que será recordada incluso cuando los futuros seres humanos que habiten el espacio hayan olvidado lo que fue «Inglaterra», tuvo que ver con la comida: sí,
Margaret Thatcher ayudó a inventar los helados blandos.

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Antes de entrar en política, Thatcher era una química formada en Oxford, y en la década de 1950 trabajó en el laboratorio donde se perfeccionaron los helados blandos. En Estados Unidos, empresas como Carvel y Dairy Queen llevaban vendiendo helados blandos desde los años 30, pero no eran el producto esponjoso y cremoso que se puede encontrar hoy en día en un Mr. Softee: el helado blando original era probablemente más denso, ya que tanto Dairy Queen como Carvel afirman que se inspiraron en él cuando descubrieron que los clientes preferían un helado que no se hubiera congelado del todo.

Pero la textura suave del helado blando no se debe únicamente a la diferencia de temperatura. El verdadero secreto es la cantidad de aire que se introduce en la mezcla, lo que permite obtener un cono esponjoso que, además, cuesta menos a los pequeños empresarios (o a las grandes corporaciones). Como se puede imaginar, la Dama de Hierro es la protagonista. Su verdadero logro fue el desarrollo de un emulsionante que permitía a los fabricantes introducir más aire en la fórmula de los helados, allanando el camino hacia la rentabilidad para todos, desde los pequeños vendedores de helados hasta la flota británica de camiones de helados Mr.

Así que la próxima vez que pida un cucurucho de helado, no dude en imaginarse la cara de Margaret Thatcher mirándole desde los dulces y lechosos remolinos, y quizás, si no hay nadie más cerca, diga un breve «gracias» antes de morderlo.

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