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Los secretos del ronroneo de un gato

Si ronronear es tan saludable para los gatos, ¿también lo es para mí?

¡Sí! Un estudio a largo plazo llevado a cabo por el Centro de Accidentes Cerebrovasculares de la Universidad de Minnesota descubrió que los dueños de gatos tenían menos probabilidades de morir de enfermedades cardiovasculares en comparación con los que no eran dueños de gatos, y algunas personas han sugerido que la exposición al ronroneo podría ser parte de la razón de esto. Lo que nos lleva a una pregunta obvia: si ronronear es tan saludable, ¿por qué no lo hacemos los humanos? Está claro que nos hemos perdido un truco evolutivo, así que en su lugar tendremos que confiar en nuestros amigos los gatos para mantenernos sanos.

¿Qué pasa si mi gato no ronronea?

Cada gato ronronea de una manera diferente, y a un volumen diferente. El récord mundial de volumen de ronroneo lo estableció un gato del Reino Unido llamado Merlin, cuyo ronroneo se registró a 67,8 decibelios, más o menos lo mismo que una aspiradora. Otros gatos ronronean en un silencio casi total, y la única forma de saber que lo hacen es tocarles el cuello o la garganta para sentir la vibración. Dicho esto, hay algunos gatos que no parecen ronronear en absoluto y, salvo que se trate de una lesión en las cuerdas vocales, los científicos siguen tratando de entender por qué. Los gatos asilvestrados son más propensos a no ronronear que los gatos domésticos, lo que lleva a la teoría de que las madres de gatos asilvestrados desalientan el ronroneo de sus gatitos para evitar que atraigan a los depredadores.

¿Ronronean los gatos por alguna otra razón?

Los científicos han identificado un tipo particular de ronroneo, conocido como «ronroneo de solicitud», que los gatos parecen utilizar exclusivamente como medio para obtener algo de sus amigos humanos, ya sea afecto o comida. El «ronroneo de solicitud» es un cruce entre un maullido y un ronroneo, y su frecuencia es muy parecida a la de un bebé que llora, un ruido al que estamos programados para responder de forma natural.

Así que ahí lo tenemos: nuestros gatos manipulan nuestras emociones para conseguir comida… ¡lo que no sorprenderá a nadie que haya tenido un gato!