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Ligonier Ministries La hermandad de enseñanza de R.C. Sproul

«Así estableció Saúl su soberanía sobre Israel, y luchó contra todos sus enemigos por todas partes» (v. 47a).

– 1 Samuel 14:47-52

En los versos finales de 1 Samuel 14, encontramos un resumen del reinado de Saúl, o al menos de sus primeros años como rey. Curiosamente, el tono general de este resumen es positivo. A pesar de que Samuel le ha dicho a Saúl que no tendrá una dinastía debido a su sacrificio ilegal (13:9-14), Saúl parece dedicado a sus deberes como comandante de los ejércitos de Israel. Se nos dice que «establece su soberanía sobre Israel», lo que significa que reúne a las tribus de Israel en una unidad nacional capaz de enfrentarse (o al menos de hostigar) a las demás potencias de la región. Además, construye el ejército de Israel buscando y reclutando a «cualquier hombre fuerte o valiente», tal como Samuel había dicho que haría el rey (8:11). Y Saúl dirige a Israel en las batallas contra muchos de sus vecinos hostiles, como Moab, Amón, Edom, Soba, Amalec y, sobre todo, los filisteos. Estas batallas no son fáciles, se dice que los conflictos con los filisteos son particularmente «feroces». Saúl, por lo tanto, es un rey de campo de batalla, uno que soporta muchas dificultades. Como escribe Matthew Henry: «Tenía pocas razones para enorgullecerse de su dignidad real, ni ninguno de sus vecinos tenía motivos para envidiarle, pues tuvo poco disfrute de sí mismo después de tomar el reino. No podía vejar a sus enemigos sin alguna vejación para sí mismo, tales espinas son las que acolchan las coronas». Pero a través de esta vejación, Saúl logra lo que se supone que el rey debe lograr: libera al pueblo de Dios.

Saúl es también el receptor de bendiciones familiares. Este pasaje habla de tres hijos y dos hijas de su matrimonio con Ahinoam. (Otra esposa y dos hijos adicionales se mencionan en 2 Samuel 21:8.) Mientras tanto, el pariente de Saúl, Abner, sirve como su general.

Así que el reinado de Saúl no es un fracaso total, al menos en términos humanos. Pero falta algo, y un resumen similar del reinado de David (2 Sam. 8) revela lo que es. Se nos dice que «el Señor preservó a David dondequiera que fuera» (2 Sam. 8:6, 14). Dios no está con Saúl como estará con David. Debemos recordar que Saúl es la idea que tiene el pueblo de un rey: atractivo, impresionante, noble. Pero carece de la cualidad clave que Dios quiere ver en un rey: la fidelidad de corazón que lleva a la obediencia del pacto. Sin este atributo, Saúl es un fracaso a los ojos de Dios, no importa cuán exitoso pueda parecer a los ojos humanos.

Coram Deo

Dios no juzga el éxito de la misma manera que el mundo. Aquellos que Él considera fieles pueden no atraer la atención de otras personas. Nuestra meta, por lo tanto, debe ser Su aprobación, no la del hombre. ¿Anhela oírle decir: «Bien hecho, siervo bueno y fiel»? Haga que su meta más alta sea agradar a Él, mediante el poder que Su Espíritu proporciona.

Pasajes para estudiar más

Romanos 2:29
2 Corintios 10:18
Gálatas 1:10
2 Timoteo 2:15