Con cada toma de posesión de un nuevo presidente de Estados Unidos, solemos oír hablar de sus predecesores.

Tal vez sea por los ex presidentes que asisten a la ceremonia real – o este año, por el que no estuvo.

La toma de posesión de Joe Biden fue una oportunidad para que «46» pusiera su propio sello en el papel. Pero si usted prestó atención, probablemente le escuchó referirse a otro presidente: Abraham Lincoln.

¿Cuáles fueron los principales guiños?

Además de los guiños simbólicos -como el servicio por las víctimas del COVID-19 en el Lincoln Memorial el 19 de enero- también hubo dos fuertes vínculos con Lincoln en el discurso inaugural del presidente Biden.

Esta frase de Joe Biden hizo referencia a una de las frases más perdurables del primer discurso de investidura de Abraham Lincoln: los «mejores ángeles».

Ante los desafíos de Estados Unidos (en ese momento, la guerra civil), fue un llamamiento profundamente personal del Presidente a las mejores partes de la naturaleza humana: elementos positivos, constructivos y buenos del carácter de las personas.

Puede leer la transcripción completa aquí.

También escuchamos al presidente Biden referirse a la Proclamación de la Emancipación, una característica del primer mandato de Lincoln.

«Cuando puso la pluma en el papel el presidente dijo, y cito: ‘Si mi nombre pasa a la historia, será por este acto, y toda mi alma está en él'», citó Biden.

Abraham Lincoln emitió la versión final de la Proclamación de Emancipación el 1 de enero de 1863, varios años después de la Guerra Civil. Declaró que todos los esclavos de los estados rebeldes serían libres.

Muchos ven el documento como un punto de inflexión en el conflicto. Ya no se trataba sólo de preservar la Unión, sino también de la (eventual) abolición de la esclavitud, posicionándola como esencial para cualquier América de posguerra.

Se convertiría en una característica definitoria de la presidencia de Lincoln.

¿Por qué Biden se vincularía a Lincoln?

Para decirlo de forma muy sencilla: puede (en cierto modo) relacionarse.

Aunque dirigirá en un momento completamente diferente, al igual que el presidente Lincoln, Joe Biden está lidiando con el reto de un país profundamente dividido.

Para Abraham Lincoln fue la destructiva y dolorosa Guerra Civil que vio años de sangrientas batallas y la muerte de cientos de miles de personas.

Más de un siglo después, el presidente Joe Biden da un paso al frente en otro momento volátil de la historia de EEUU.

Las profundas divisiones políticas han existido durante mucho tiempo en Estados Unidos, pero cuatro años de presidencia de Donald Trump parecían exacerbar las tensiones.

A pocos días de la toma de posesión, esas tensiones se manifestarían de forma violenta, con disturbios mortales en el mismo lugar en el que Joe Biden juraría su cargo.

Para su segunda toma de posesión en 1865, Abraham Lincoln había cambiado su enfoque hacia un solemne llamado a la curación.

«Esforcémonos por terminar la obra en la que estamos; por vendar las heridas de la nación; por cuidar al que ha soportado la batalla.»

Su legado como hombre que unió al país -un «Salvador de la Unión»- es uno que ha perdurado durante mucho tiempo; en cierto modo se ha puesto como ejemplo principal para sus sucesores.

Joe Biden utilizó su propia campaña presidencial para construir una imagen similar de sí mismo como líder que unificaría y sanaría, refiriéndose a menudo a las elecciones como una batalla por el «alma de la nación».

Estos sentimientos se repitieron en el discurso de investidura de la semana pasada.

«Y debemos afrontar este momento como los Estados Unidos de América. Si lo hacemos, les garantizo que no fracasaremos».

De la misma manera que Lincoln llamó a la gente a apelar a sus «mejores ángeles», Biden también pidió tolerancia y humildad – y un nuevo comienzo.

«Empecemos a escucharnos de nuevo. Escuchémonos unos a otros, veámonos unos a otros, mostrémonos respeto unos a otros»

«La política no tiene por qué ser un fuego furioso que destruye todo a su paso»

El reto que tenemos por delante

Estos guiños a Lincoln devuelven un elemento de familiaridad a la política estadounidense y con ello, potencialmente, una sensación de vuelta a la estabilidad tras años de turbulencias.

Lo que queda ahora es la realidad de los retos que tenemos por delante.

Con la pandemia lejos de estar controlada, el número de vidas perdidas seguirá creciendo. A esto hay que añadir el grave y continuo impacto económico.

Además, está la tarea de deshacer cuatro años de liderazgo que sembró la desconfianza en los medios de comunicación y permitió que floreciera la desinformación.

La resistencia será feroz: 74 millones de personas votaron por Donald Trump. Muchos todavía disputan abiertamente el resultado de las elecciones.

Esta semana, bajo la mirada del decimosexto presidente, Joe Biden comenzó su propio y largo proceso de liderar la curación, con un homenaje a las más de 400.000 vidas estadounidenses perdidas en el COVID-19.

Fue un momento de fuerte simbolismo que unió dos períodos diferentes de profunda pérdida para el país.

Abraham Lincoln no llegó a ver cumplido su propio impulso de unidad. A los 42 días de su segundo mandato, fue asesinado por John Wilkes Booth.

Pero sus lecciones perduran casi como un modelo presidencial: apelar a las mejores partes de la gente y, como líder, ser firme en la lucha por lo que es correcto.

Si la toma de posesión del presidente Biden sirvió de medida, es posible que veamos aún más guiños a estas ideas en los próximos cuatro años.