Hombre lobo contra hombre lobo
No, en absoluto, soy fan de «Un hombre lobo americano en Londres» de John Landis, el objeto de esta crítica, una película con gran parte de los mismos efectos especiales pero realizada 30 años antes; una película que tiene la aparente desventaja de tener que utilizar el escenario mucho menos espeluznante del Londres actual; una película en la que la mayoría de las secuencias de ataque de la bestia se filmaron utilizando un «maniquí peludo» sentado en un carro en lugar de la última y querida CGI; una película que se propuso el extraño reto de ser divertida y aterradora, a menudo al mismo tiempo.
Entonces, ¿por qué sacar a colación una película nueva para reseñar una antigua? Porque en este caso concreto no hay mejor herramienta para entender por qué una de ellas funciona que señalar por qué la otra no lo hace. «El hombre lobo» no es una película terrible, está bien diseñada, decentemente actuada y con una ambientación escalofriante adecuada. Si acaso tendría que criticar (como es habitual) sus efectos CGI que tienen a la criatura del título saltando de tejado en tejado como Spiderman pero esto no fue para mí un gran problema.
«Un hombre lobo americano en Londres» cuenta la historia de dos amigos americanos que viajan de mochilero por el país inglés. Son atacados por una extraña bestia y sólo uno de ellos, David, sobrevive, es llevado a Londres donde poco después, comienzan a ocurrir muertes similares en circunstancias muy inusuales y comienza a despertarse en lugares muy inusuales. Lo que parece ser su amigo muerto, le advierte que esto continuará hasta que deba quitarse la vida. ¿Está alucinando? ¿Está alucinando dos veces? ¿Hay alguna manera de evitar su propia muerte sin poner en peligro a más gente inocente?
Landis dirige esta película con una clara conciencia de que las cosas que más nos asustan, residen en nuestra imaginación, nunca sólo en la pantalla.Esto no significa que engañe al público no dándole su valor de Hombre Lobo (por así decirlo), basta con pensar en la increíble escena de la transformación realizada por el legendario maquillador Rick Baker que fue lo suficientemente atrevida como para ser filmada a plena luz del día, lo suficientemente básica ya que fue realizada en la época anterior a los ordenadores y además es agotadora en sus detalles. A día de hoy y tras varios visionados: #1 todavía estoy tratando de entender cómo es posible que lo hicieran y #2 todavía se me ponen los pelos de punta.