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Glaucón

Dicen que cometer injusticia es, por naturaleza, un bien; sufrir injusticia, un mal; pero que el mal es mayor que el bien.Y así, cuando los hombres han cometido y sufrido injusticia y han tenido experiencia de ambas, no pudiendo evitar la una y obtener la otra, piensan que es mejor que se pongan de acuerdo entre ellos para no tener ninguna de las dos cosas; de ahí surgen las leyes y los pactos mutuos; y lo que está ordenado por la ley es llamado por ellos lícito y justo.Afirman que éste es el origen y la naturaleza de la justicia; es un medio o compromiso entre lo mejor de todo, que es cometer una injusticia y no ser castigado, y lo peor de todo, que es sufrir una injusticia sin poder tomar represalias; y la justicia, al estar en un punto medio entre los dos, es tolerada no como un bien, sino como el mal menor, y honrada en razón de la incapacidad de los hombres para cometer injusticia.Porque ningún hombre digno de ser llamado hombre se sometería a tal acuerdo si pudiera resistirse; estaría loco si lo hiciera.Tal es el relato recibido, Sócrates, de la naturaleza y el origen de la justicia.

Ahora bien, que los que practican la justicia lo hacen involuntariamente y porque no tienen el poder de ser injustos aparecerá mejor si imaginamos algo de este tipo: Habiendo dado a los justos y a los injustos el poder de hacer lo que quieran, observemos y veamos hacia dónde les lleva el deseo; entonces descubriremos en el hecho mismo que el hombre justo y el injusto proceden por el mismo camino, siguiendo su interés, que todas las naturalezas consideran como su bien, y sólo son desviados hacia el camino de la justicia por la fuerza de la ley.La libertad que suponemos se les puede conceder de la manera más completa en forma de un poder como el que se dice que poseía Giges, el antepasado de Creso el lidio.Según la tradición, Giges era un pastor al servicio del rey de Lidia; hubo una gran tormenta, y un terremoto hizo una abertura en la tierra en el lugar donde estaba apacentando su rebaño.Asombrado por el espectáculo, descendió a la abertura, donde, entre otras maravillas, contempló un caballo de bronce hueco, con puertas, ante el cual, agachándose y mirando dentro, vio un cuerpo muerto de estatura, según le pareció, más que humana, y que no llevaba más que un anillo de oro; éste lo tomó del dedo del muerto y volvió a subir.Los pastores se reunieron, según la costumbre, para enviar su informe mensual sobre los rebaños al rey; él entró en la asamblea con el anillo en el dedo, y mientras estaba sentado entre ellos, por casualidad giró el collar del anillo dentro de su mano, cuando al instante se volvió invisible para el resto de la compañía y comenzaron a hablar de él como si ya no estuviera presente.Se asombró de ello y, tocando de nuevo el anillo, giró la boquilla hacia fuera y reapareció; hizo varias pruebas con el anillo, y siempre con el mismo resultado: cuando giraba la boquilla hacia dentro, se volvía invisible, y cuando lo hacía hacia fuera, reaparecía. Entonces se las arregló para ser elegido como uno de los mensajeros que fueron enviados a la corte; donde tan pronto como llegó sedujo a la reina, y con su ayuda conspiró contra el rey y lo mató, y se apoderó del reino.Supongamos ahora que hubiera dos anillos mágicos de este tipo, y que el justo se pusiera uno de ellos y el injusto el otro.Ningún hombre mantendría sus manos fuera de lo que no es suyo, cuando puede tomar con seguridad lo que quiera del mercado, o entrar en las casas y acostarse con cualquiera a su antojo, o matar o liberar de la cárcel a quien quiera, y en todos los aspectos ser como un Dios entre los hombres.Entonces las acciones del justo serían como las del injusto; ambos llegarían al final al mismo punto. Y podemos afirmar que esto es una gran prueba de que un hombre es justo, no por voluntad propia o porque piense que la justicia es un bien para él, sino por necesidad, ya que dondequiera que alguien piense que puede ser injusto, allí es injusto. Si pudieras imaginar a alguien que obtuviera este poder de volverse invisible, y que nunca hiciera ningún mal o tocara lo que es de otro, sería considerado por los espectadores como un idiota miserable, aunque lo elogiarían en la cara de los demás, y mantendrían las apariencias con los demás por temor a que ellos también sufrieran injusticia.Suficiente de esto.

Ahora bien, si hemos de formarnos un verdadero juicio de la vida de los justos y de los injustos, debemos aislarlos; no hay otra manera; y ¿cómo se efectúa el aislamiento? Yo respondo: Que el injusto sea enteramente injusto, y el justo enteramente justo; nada debe ser quitado a ninguno de los dos, y ambos deben estar perfectamente provistos para el trabajo de sus respectivas vidas. En primer lugar, que el injusto sea como otros maestros distinguidos del oficio; como el piloto o el médico hábil, que conoce intuitivamente sus propias facultades y se mantiene dentro de sus límites, y que, si falla en algún punto, es capaz de recuperarse a sí mismo.Así, que el injusto haga sus intentos injustos de la manera correcta, y que permanezca oculto si pretende ser grande en su injusticia (el que se descubre no es nadie): porque el mayor alcance de la injusticia es:ser considerado justo cuando no lo eres. Por lo tanto, digo que en el hombre perfectamente injusto debemos suponer la más perfecta injusticia; no debe haber deducción, sino que debemos permitir que, mientras hace los actos más injustos, haya adquirido la mayor reputación de justicia.Si ha dado un paso en falso, debe ser capaz de recuperarse; debe ser alguien que pueda hablar con efecto, si alguno de sus actos sale a la luz, y que pueda abrirse camino donde se requiera su valor y fuerza, y el dominio del dinero y los amigos.Y a su lado pongamos al hombre justo en su nobleza y sencillez, deseando, como dice Esquilo, ser y no parecer bueno.No debe haber apariencia, porque si parece justo será contemplado y recompensado, y entonces no sabremos si es justo por la justicia o por los honores y las recompensas; por lo tanto, que se vista sólo de justicia, y no tenga ninguna otra cobertura; y debe imaginarse en un estado de vida opuesto al anterior.Que sea el mejor de los hombres, y que se piense que es el peor; entonces habrá sido puesto a prueba; y veremos si le afecta el miedo a la infamia y sus consecuencias.Y que continúe así hasta la hora de la muerte; siendo justo y pareciendo injusto. Cuando ambos hayan llegado al extremo, el uno de la justicia y el otro de la injusticia, que se juzgue cuál de ellos es el más feliz de los dos.