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Gerontología y Geriatría

Los pacientes ancianos presentan un deterioro de la calidad de la voz debido a los cambios anatómicos y funcionales de la laringe asociados al proceso de envejecimiento, y a otros trastornos de la voz comunes en la población anciana. Las causas identificadas de la disfunción de la voz geriátrica incluyen cambios anatómicos en la laringe, como la atrofia de las cuerdas vocales, afecciones neurológicas centrales (por ejemplo, accidente cerebrovascular, enfermedad de Parkinson, temblor esencial, disfonía espasmódica), deterioro del acondicionamiento fisiológico (por ejemplo, disminución de la elasticidad de los pulmones).p. ej., disminución de la elasticidad y la distensibilidad de los pulmones, reducción de la condición física), y lesiones patológicas como carcinoma laríngeo, lesiones benignas de las cuerdas vocales (p. ej., lesiones epiteliales, edema de Reinke, quistes), trastornos inflamatorios (p. ej., laringitis por reflujo), etc, laringitis por reflujo), laringitis infecciosa (por ejemplo, laringitis fúngica), parálisis de las cuerdas vocales y laringitis por reflujo.1,2

El diagnóstico más frecuente en el entorno de un paciente de edad avanzada con un trastorno de la voz es la atrofia de las cuerdas vocales asociada a un cierre incompleto de la glotis, denominada presbilaríngea3, que produce cambios en la calidad de la voz que incluyen disnea, debilidad, temblor, ronquera, incapacidad para mantener la fonación y un nivel de sonoridad inadecuado.1 Estos cambios vocales pueden producir dificultades de comunicación, deterioro de su calidad de vida y de su rendimiento general, y también problemas en su autoimagen, ya que la voz tiene un fuerte significado de identidad personal.3

Por otra parte, el cierre glótico es uno de los mecanismos de protección de las vías respiratorias, por lo que la insuficiencia glótica secundaria a la atrofia de las cuerdas vocales se asocia al trastorno de la deglución de los ancianos.3 La proporción de pacientes de 65 años o más ha ido aumentando en las últimas décadas, y la incidencia de atrofia de las cuerdas vocales identificada en este grupo es de alrededor del 20%. Esto representa más de 10 millones de personas en los Estados Unidos según la Oficina del Censo de los Estados Unidos, y el 33% de esta población todavía estaba en la fuerza de trabajo o participando en grupos de afición de canto, poesía u otro pasatiempo que implica el uso de la voz.1,4,5 Como el número de pacientes que podrían requerir la mejora de su voz está aumentando, el tratamiento médico para esta condición está tomando más importancia.

Las opciones de tratamiento para la disfonía debida a la atrofia vocal incluyen: reafirmación, terapia vocal, laringoplastia de inyección y tiroplastia de medialización.2 La laringoplastia de inyección consiste en la medialización de la(s) cuerda(s) vocal(es) mediante la inyección de un material en el músculo tiroaritenoideo, favoreciendo el cierre glótico, mejorando así tanto la fonación como la función de deglución.6

La medialización por inyección temporal puede realizarse bajo anestesia general o en el entorno del paciente despierto con anestesia local, siendo esta última la de elección sobre todo en pacientes de edad avanzada ya que evita la necesidad de anestesia general, además de poder «regular» inmediatamente la voz en relación a la cantidad de material inyectado.6 La laringoplastia inyectable puede realizarse por diferentes vías: transoral, percutánea y endoscópica transnasal.

Existen diferentes opciones de materiales sintéticos y biológicos que pueden utilizarse: de larga duración principalmente hidroxiapatita cálcica (Radiesse Voice®) o temporales como carboximetilcelulosa (Radiesse Voice Gel®) o ácido hialurónico (Restylane®). De los materiales de inyección temporal, uno de los más populares es el ácido hialurónico porque es reabsorbible, no induce una respuesta inflamatoria local y mantiene la viscoelasticidad de la lámina propia superficial del pliegue vocal.6 Al ser un material temporal, puede ser una «inyección de prueba», ya que permite la reversibilidad en caso de resultado insatisfactorio, o la posibilidad de inyecciones sucesivas si los resultados fueran satisfactorios. También puede ir seguida de una inyección posterior con un material de mayor duración o de un tratamiento definitivo posterior como la tiroplastia de medialización.6