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Forma de terreno biogénica

Forma de terreno biogénica, cualquier característica topográfica que pueda atribuirse a la actividad de los organismos. Tales rasgos son diversos tanto en su tipo como en su escala. Los organismos contribuyen a la génesis de la mayor parte de la topografía que implica la meteorización de las rocas, aunque el papel que desempeñan suele ser auxiliar, como demuestran la actividad bacteriana y de los líquenes, los efectos del acuñamiento de las raíces y la erosión solucional que posibilita el ácido húmico producido por la rápida descomposición orgánica. Esta última es la responsable de gran parte del karst tropical.

En un nivel totalmente diferente se encuentran las características que constituyen lo que se puede denominar micro topografía. Algunas de ellas son producidas por criaturas individuales o grupos de ellas. Algunos ejemplos son las torres cilíndricas de barro que se elevan entre 40 y 50 centímetros sobre las madrigueras de los cangrejos de río en el sur de Estados Unidos; las madrigueras de los tejones y los osos; las charcas de los elefantes en el veld (praderas de África); y las canteras y minas a cielo abierto excavadas por el hombre. Otros rasgos topográficos son atribuibles a organismos coloniales. En varias partes del mundo, como las llanuras semiáridas del Sáhara Occidental, las colonias de termitas construyen grandes montículos cónicos que alcanzan una altura de varios metros. La interacción de corales, algas y briozoos es en gran parte responsable del entramado de elementos conocidos como arrecifes orgánicos, que abundan en los entornos marinos tropicales. Algunos de estos arrecifes han dado lugar a zonas terrestres insulares enteras de muchos kilómetros de diámetro. El ejemplo más grande es la Gran Barrera de Coral de Australia, que tiene una superficie de unos 207.000 kilómetros cuadrados. Aunque hoy está casi sumergida, fue una isla durante las glaciaciones del Pleistoceno.

Con la posible excepción de la Gran Barrera de Coral, todos los grandes accidentes geográficos biogénicos producidos en los últimos tiempos son atribuibles a las actividades de la humanidad. La construcción de las supercarreteras modernas implica algunos de los cambios de terreno más extensos de la Tierra, habiendo provocado en algunos casos la eliminación de montañas o al menos de grandes porciones de ellas. Muchos efectos humanos no están necesariamente ligados a proyectos de construcción concretos. A un nivel más sutil, la extracción de fluidos del suelo, principalmente agua y petróleo, ha hecho descender las capas freáticas y ha reducido la presión de los poros en tal medida que extensas zonas han experimentado hundimientos, colapsos y contracciones. Los cambios en el terreno debidos a la eliminación de las aguas subterráneas son extremadamente graves en regiones como el suroeste de Estados Unidos o la zona cercana a Ciudad de México. A los anteriores efectos humanos sobre la topografía hay que añadir los cráteres de las bombas dejados por la guerra, que están siendo borrados muy lentamente de Europa y Asia, y la erosión del terreno donde se ha permitido la deforestación incontrolada. Por último, están las modificaciones de ingeniería de las vías fluviales y las costas que se practican en ningún lugar con más intensidad que en Estados Unidos y Europa. Los patrones de flujo de los ríos se han alterado drásticamente, generalmente mediante el enderezamiento de los canales, y la construcción de grandes presas ha convertido valles enteros, gargantas y cañones en lagos. De hecho, las presas se encuentran entre las mayores formas terrestres biogénicas producidas.