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«El reflector de la miríada»: La primera y olvidada bola de discoteca

La gente ya bailaba bajo la brillante luz de las bolas de discoteca mucho antes de su apogeo en los años 70 (y décadas antes de que se las denominara permanentemente así). En 1917, Louis Bernard Woeste, de Newport, Kentucky, presentó una patente para un reflector Myriad. No fue la primera bola de espejos de la historia, pero Woeste fue el único en reclamarla con una patente oficial. Su empresa, Stephens & Woeste, comenzó a publicitar su creación. Uno de los anuncios, que apareció en un boletín de Electrical Merchandising de 1922, decía:

La última novedad es una que convertirá una sala en un brillante país de hadas de colores vivos y cambiantes, un lugar con un millón de chispas de colores, que se lanzan y bailan, persiguiéndose unas a otras en cada rincón y esquina, llenando la sala con luciérnagas danzantes de mil colores.

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Stephens & Woeste vendía su «magnífico globo» de 27 pulgadas, que estaba cubierto con «más de 1200 espejos especiales», a salones de baile, salones de danza y pistas de patinaje. Los clubes de jazz y otros clubes nocturnos de la década de 1920 eran conocidos por sus bolas de espejos, y su «efecto vertiginoso» al girar bajo los focos fue aclamado por su «novedoso efecto de iluminación» en un ejemplar de 1921 de Illustrated World. «No, esta no es una fotografía del cielo, de la Vía Láctea o de una nueva constelación», se burlaba la revista de una imagen de la bola de espejos iluminada. «Se hizo en un palacio de baile en Dayton, Ohio».

La empresa Stephens & Woeste, con sede en Cincinnati, que había pasado a llamarse Myriad Reflector Company, se anunciaba astutamente en la revista Billboard (entonces una publicación de entretenimiento de interés general). Pero con el tiempo, el «Myriad Reflector» desapareció de la escena, y la producción en masa de bolas de espejos colgantes fue asumida por una empresa de Louisville, Ky. justo a tiempo para la era de la música disco.