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El hombre que inventó la Tabla Periódica

A principios del siglo XIX, un químico llamado Amedeo Avagadro sugirió que volúmenes iguales de gases mantenidos a la misma presión y temperatura debían contener igual número de moléculas.

La noción languideció durante varias décadas hasta que se retomó con entusiasmo en 1860 en un congreso anual de química celebrado en Karlsruhe, Alemania. Uno de los asistentes era un joven ruso feroz e imponente llamado Dmitri Mendeleev. Fue una colisión de ideas e intelecto que iba a tener un profundo impacto en la práctica de la ciencia.

La teoría de Avagadro implicaba que los elementos podían pesarse, y que el peso de cada uno -suponiendo condiciones idénticas- sería siempre consistente.

Era el germen de un principio organizador para la química que se necesitaba desesperadamente. En el momento del congreso, se habían identificado unos 70 elementos, pero la relación entre ellos seguía siendo en gran medida una cuestión de conjeturas.

El hecho de que Mendeléyev recogiera la idea y luchara con ella fue una marca de la feroz determinación que marcó su vida y su trabajo. Nació en Toblosk -una ciudad y gulag zarista en Siberia- en 1836, siendo el menor de unos 16 hijos. El número exacto nunca se ha determinado de forma concluyente.

El padre de Dimitri era profesor de filosofía, pero poco después del nacimiento de Dimitri se quedó ciego y se vio obligado a jubilarse, dejando a la familia en la penuria. Cuando murió poco después, su viuda -una siberiana llamada Marya- tuvo que mantener a la prole, lo que hizo reabriendo una fábrica de vidrio abandonada.

Sin duda era una mujer dura, pero también extraordinariamente cariñosa. Cuando los profesores le dijeron que el joven Dmitri era excepcionalmente inteligente, viajó inmediatamente con él a San Petersburgo y le consiguió una plaza en el Instituto Pedagógico Principal de la ciudad, la mejor escuela de la región. Después de sobrevivir a un ataque de tuberculosis, Mendeléyev fue a dar clases en la Universidad de San Petersburgo antes de trasladarse a Alemania y seguir estudiando en Heidelberg. Regresó a San Petersburgo en 1867, fascinado por la idea de Avagadro.

Empezó a explorarla metódicamente, pesando cada elemento y anotando el resultado en trozos de cartulina, a los que añadía cualquier otra información pertinente, como el aspecto del material y las aparentes relaciones matemáticas con otros.

Poco a poco, empezó a surgir un patrón. Se reveló que elementos con pesos muy similares tenían propiedades físicas muy parecidas.

Otros tienen apariencias similares pero pesos muy variados, y esto resultó ser de crucial importancia. Mendeléyev sugirió que tales diferencias indicaban la presencia de otros elementos, aún por descubrir. No todas sus predicciones fueron acertadas, pero sí muchas, confirmadas por los descubrimientos de las décadas siguientes.

Así nació la Tabla Periódica. Hoy en día, contiene 118 elementos, pero se basa firmemente en los principios determinados por su inventor.

Además de este logro, Mendeléyev también escribió un libro de texto fundamental, Principios de Química, que siguió siendo una obra estándar, traducida a muchos idiomas, durante décadas. También desempeñó un papel clave en el desarrollo de la industria petrolera rusa del Mar Negro.

Su fama se extendió por todo el mundo y en 1876 fue invitado a Estados Unidos. Odiaba el lugar, por considerarlo atrasado.

Mendeleev se casó dos veces -en una ocasión, porque la Iglesia Ortodoxa se negó a concederle el divorcio, teniendo dos esposas. Apeló al zar, que anuló a los obispos.

Al final de su vida cambió su atención de la química al arte, convirtiéndose en un notable crítico y coleccionista. En sus últimos años se vio afectado, como su padre, por las cataratas, perdiendo la vista. Murió en enero de 1907.