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El hombre del maratón

Desde hace cinco años, dos amigos acompañan a Evans en sus carreras matinales, pero durante años corría solo. Durante su mandato como comisario de policía, a veces volvía a casa de la escena de un crimen a las 3 de la mañana, y salía a correr en lugar de irse a la cama.

«Estaba acostumbrado a no dormir mucho», reconoció. «Era estupendo porque corría por todos los barrios de la ciudad y me sentía como si estuviera vigilando, como si fuera los ojos y los oídos».

Evans atribuye a la carrera el haberle ayudado a procesar el estrés que conlleva un trabajo en las fuerzas del orden. Después del atentado, se reunió con un psiquiatra que le confirmó lo que creía desde hace tiempo: que correr es tan importante para su salud mental como para su bienestar físico.

«Siempre he dicho que, mientras pueda correr todos los días, puedo hacer frente a cualquier cosa», dijo. «Correr ha sido la clave de mi éxito. Cuando crees que tienes un mal día, sales a correr y las cosas parecen mejorar».

El maratón también le ha dado a Evans una plataforma para apoyar las causas que le preocupan. En años anteriores, corrió para la Fundación Martin Richard, creada en memoria del niño de 8 años que murió en el atentado del maratón. Este año, Evans está recaudando fondos para Journey Forward, una organización sin ánimo de lucro con sede en Canton (Massachusetts) que trabaja en la rehabilitación de pacientes con lesiones medulares.

«Hacen un trabajo increíble ayudando a todo tipo de personas», explicó Evans. «Tenemos un agente del servicio secreto que quedó paralizado en un grave accidente de coche y han estado trabajando con él para que se recupere».

Acompañando a Evans en la línea de salida este año estará su hijo mayor, John, que se graduó en la Carroll School of Management en 2015. A sus 25 años, y con cinco maratones en su haber, el menor de los Evans tiene muchas posibilidades de superar a su padre en Heartbreak Hill, donde los estudiantes de BC se reúnen cada año para animar a los corredores.

«Le gané en la primera, pero ahora me está fumando», dijo Evans con una sonrisa. «Estoy orgulloso. Ya no me importa mi tiempo, me gusta más disfrutar. Voy a seguir haciendo esto hasta que mis rodillas no me dejen más».»

Alix Hackett | Comunicaciones de la Universidad | Abril 2019