El teflón (poli(tetrafluoroeteno), ptfe) se descubrió por accidente, aunque la historia de su descubrimiento recuerda la frase «el azar favorece a la mente preparada». En 1938, Roy Plunkett, de 26 años, trabajaba para DuPont en la búsqueda de gases que pudieran utilizarse como refrigerantes en los frigoríficos, y uno de ellos era el tetrafluoroeteno.

El 6 de abril abrió la válvula de una bombona que contenía alrededor de 1 kg del gas, pero no salió nada. Hizo lo que muchos de nosotros haríamos y pinchó la válvula con un alambre, pero fue inútil. Entonces pesó la bombona y el peso indicaba que todavía estaba llena. Cuando agitó la bombona, ésta traqueteó. Finalmente, abrió la botella y descubrió que contenía un sólido. De alguna manera, las moléculas de gas, que tienen cada una un doble enlace carbono-carbono, se habían polimerizado.

Por tratarse de un polímero de adición, no se necesita ningún otro reactivo. Nadie parece tener una explicación clara sobre la causa de la polimerización espontánea.

El teflón es químicamente inerte (porque está saturado y sólo tiene fuertes enlaces C-C y C-F) y muy resbaladizo. Su uso más conocido es el recubrimiento de sartenes antiadherentes. También se dice que el programa espacial de EE.UU. habría fracasado sin el teflón porque el material se utilizó para fabricar muchas cosas, desde trajes espaciales hasta las bolsas utilizadas para guardar muestras de roca lunar.

Durante el Proyecto Manhattan, que produjo la primera bomba atómica, el teflón se utilizó para válvulas y juntas que resistieran el ataque químico del hexafluoruro de uranio altamente reactivo. Este compuesto se utilizó para separar los isótopos 235U (que es fisionable y puede utilizarse como combustible) y 238U (que no lo es) por difusión gaseosa. El hexafluoruro de uranio es inusual para una sal metálica porque es volátil, convirtiéndose en gas a 56°C. El gas 235UF6, más ligero, se difunde a través de una barrera porosa más rápidamente que el 238UF6 y esto se utilizó como base del método de separación.