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Desde El error de Descartes (Odile Jacob, 1995), el neurocientífico de renombre mundial Antonio Damasio ha defendido el papel primordial de las emociones y los sentimientos en los procesos cognitivos. En una entrevista concedida a LesEchos.fr a propósito del lanzamiento de su último libro El extraño orden de las cosas (2017), Damasio, que dirige el Brain and Creativity Institute (Los Ángeles), nos ofrece las claves de su teoría sobre el surgimiento y funcionamiento de la mente.
Antonio Damasio está convencido de que la mente no es puramente cerebral, sino también corporal, porque «no es sólo un producto del cerebro sino también de su interacción con el cuerpo.» He aquí un ejemplo cuantificable (entre otros): si se colocaran todos los vasos que suministran sangre a nuestras neuronas de extremo a extremo, ¡formarían una cadena de 400 millas! Según el neurocientífico, nuestro cerebro es el resultado de la evolución del sistema nervioso, cuyos primeros inicios se remontan a 500 millones de años. Antes de convertirse en el coordinador de nuestro cuerpo, las primeras redes de fibras nerviosas proporcionaban una forma básica de percepción del entorno inmediato o un medio de asimilación de los alimentos en el tracto digestivo. Así pues, nuestro intestino, al que a menudo se hace referencia como nuestro segundo cerebro, habría sido de hecho el primero en aparecer. Según A. Damasio: «Recordar nuestros inicios nos ayuda a poner las cosas en perspectiva: el sistema nervioso y el cerebro en el que acabó convirtiéndose fueron inicialmente y sobre todo servidores del cuerpo; no estaban ahí para «pensar», pero hoy tenemos la tendencia a reducirlos demasiado rápidamente a esta función. «
Dentro de este marco de pensamiento, se considera que los sentimientos son «percepciones mentales del estado interno del cuerpo y de las emociones que lo modifican constantemente». Todos hemos experimentado esto alguna vez, como por ejemplo cuando el miedo hace que nuestra cara se contraiga y los latidos del corazón se aceleren. En cambio, los sentimientos (que vienen después) son un fenómeno exclusivamente mental, por lo que sólo aparecen en las especies más avanzadas. Damasio cree que son los asistentes de la homeostasis, es decir, «todos los procesos vitales que permiten a un organismo trabajar para su autoconservación». De este modo, los sentimientos ofrecen una fuente constante de información nueva; informan sobre el estado interno de nuestro cuerpo. Así, la miseria o el sufrimiento pueden considerarse como avisos de que algo va mal.
El cerebro y el cuerpo producen conjuntamente lo que llamamos la mente. Así que si se quiere localizar físicamente la conciencia, no se puede centrar sólo en la «cúspide de la pirámide» (la corteza), sino también (y sobre todo) en «la base, que está enraizada en el cuerpo» (el cerebelo, el tronco cerebral, el hipotálamo, la médula espinal, etc.). De ahí el escepticismo del neurocientífico ante lo que llamamos «Inteligencia Artificial Fuerte». Según él, no va a suplantar a la mente humana a corto plazo; la conciencia requiere sentimientos y un cuerpo vivo regulado por la homeostasis, algo que los robots no tienen.
¿O no tienen todavía?