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¿Cuándo el coqueteo cruza la línea?

Muchas personas en relaciones a largo plazo se encuentran con que tienen que lidiar con preguntas sobre lo que cuenta como coqueteo inofensivo y lo que se acerca demasiado a una línea muy fina que cruza a territorio peligroso.

Mi amiga tiene lo que ella llama una broma al estilo de Sid James (el de la serie de películas Carry On, si las recuerdas) con su verdulero. Ella se lanza a su tienda y le dice: «He venido a por tus frutos rojos» y él le responde: «Eso es todo lo que tengo estos días», con muchas risas por ambas partes y sin ningún daño.

Luego están los intercambios un poco más turbios: las charlas a través de mensajes de texto o de Facebook con alguien ajeno a la relación que uno de los miembros de la pareja no quiere que el otro vea.

Hasta cierto punto, todo se reduce a la intención y a la energía que hay detrás de una comunicación. Es algo tan sutil que puede ser difícil expresar con palabras un sentimiento incómodo, sobre todo cuando te sientes herido pero sospechas que lo que podrías decir si decides hablar de ello será desechado con un despreocupado: «Sólo estás siendo paranoico».

¿Cómo podrías explicarle a un marciano la increíble cantidad de significados diferentes que puede tener la simple frase «Hoy estás muy guapa»?

He estado pensando en lo que está pasando desde un punto de vista espiritual, ya que hoy en día se suele culpar a las redes sociales de los flirteos que se convierten en aventuras. Todo empezó con la gente que se reencontraba con antiguos amores a través de Friends Reunited y ahora se ha convertido en que Facebook se cita en un gran número de divorcios en Estados Unidos.

Hay algo sobre la brecha que la tecnología puede poner entre las personas y las consecuencias de su comportamiento. Es demasiado fácil pulsar el botón de «enviar» con un mensaje un poco subido de tono que quizá se piense varias veces antes de decirlo cara a cara. Las redes sociales parecen estar erosionando nuestros límites de formas tan dudosas como buenas.

Pero también se podría decir que las redes sociales son sólo un canal neutral y que en realidad reflejan lo que somos por dentro en el punto en el que las utilizamos.

Desde una perspectiva espiritual, todos somos uno, y las redes sociales son sólo una tecnología que refleja la conexión que ya existe entre nosotros.

El amor, el deseo y la atracción son sentimientos que sólo existen en el punto en el que los entregamos. Tienen que fluir a través de nosotros para que podamos sentirlos.

Las relaciones a largo plazo tienen tantos enfoques diferentes que es fácil extraviar la pasión que os unió bajo un montón de facturas, tareas y obligaciones.

Cuando las personas coquetean, lo que realmente están agarrando es una mayor excitación. Lo hacen para poder sentir ese escalofrío de atracción al rebotar en otro ser humano y ver las chispas que pueden crear.

Por eso es tan importante alimentar la intimidad, la conexión y el juego apasionado en las relaciones a largo plazo. Si te sientes agobiado por la vida, puede parecerte una cosa más que tienes que hacer, pero es vital mantener esa chispa. También es importante ser consciente de las llamas que podemos encender con lo que hacemos o decimos.

En última instancia, cada pareja debe decidir por sí misma dónde están los límites y las líneas cuando se trata de coquetear. Algunas personas se sienten bien con la infidelidad en toda regla. Otros encuentran que están constantemente tirando hacia adelante y hacia atrás entre dos conjuntos de necesidades y reglas muy diferentes.

Lo más importante que hay que recordar es que, independientemente de lo que parezca o se vea, no existe una relación que se quede quieta. Están en constante movimiento, moviéndose de un lado a otro, yendo a la deriva hacia el aburrimiento y dando por sentado al otro, para luego dar un giro dramático y volver a la energía plena de los primeros días en un abrir y cerrar de ojos. En mi opinión, una prueba sencilla es preguntarse «¿me gustaría que mi pareja viera lo que estoy escribiendo o diciendo ahora?» «Si mi pareja dijera o hiciera esto, ¿cómo me sentiría yo?» Todos tenemos nuestro propio código moral y, en última instancia, sólo nos tenemos que responder a nosotros mismos, pero ser honestos con nosotros mismos es esencial si no queremos caer en una falta de límites que lleve lo inofensivo a lo destructivo.

Coquetear en las redes sociales puede convertirse en una distracción y una adicción, en una evasión de mirar nuestros problemas o cuestiones de autoestima. También puede mantenerte en un limbo emocional ya que todas las opciones están abiertas. Puede que te encuentres coqueteando con alguien en línea que tiene una personalidad fantástica e ingeniosa, pero algunos coqueteadores en línea tienen miedo a la intimidad y les resulta difícil acercarse a la gente en el mundo real. Presta siempre atención a tus instintos y a tu intuición no sólo sobre los demás, sino también sobre tu propio comportamiento cuando disfrutes de un flirteo.

¿Pero qué opinas? ¿Qué cuenta como coqueteo inofensivo en tu libro, y qué te empujaría hacia un dolor que te costaría perdonar?

Mucho amor,

Michele x