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Crítica de ‘This Is Paris’: No es oro todo lo que reluce

Cuando Paris Hilton anunció a principios de año que su documental iría al Festival de Cine de Tribeca, me interesé por lo que despertaba la curiosidad de un circuito de festivales serio. Entonces surgieron los titulares de que This Is Paris era una revelación sobre los abusos a los que se enfrentó la multimillonaria desde su infancia.

Este no es el primer documental autoproducido de Paris; Paris, Not France, de 2008, desmenuzaba su temprana relación con los medios de comunicación durante sus días de club, pero claramente, había una agenda allí. This Is Paris sigue abordando ese tema, pero sólo hasta cierto punto.

¿Qué sería de cualquier película sobre Paris Hilton sin muestras de extensas mansiones, alta costura, jets privados y los continuos flashes de las cámaras de los paparazzi? Y, por supuesto, su conocida fachada de voz de helio y un talante de «no lo sabía». Pero lejos del bullicio de Hollywood, incluso mientras gotea de diamantes y de la mejor alta costura, su voz es más ronca, con más intención en el tono, y su paso es más seguro en lugar del pavoneo de pasarela que siempre hemos visto. Y lo que es más importante, su sonrisa desaparece y es sustituida por una mirada abatida.

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En un momento de This Is Paris, se echa atrás, casi tartamudeando: «Voy a ser normal. Lo siento, estoy tan acostumbrada a interpretar un personaje que me resulta difícil ser normal. Siempre, cuando hay una cámara cerca, me convierto en otra persona». En resumen, como menciona su hermana Nicky, «la marca es mucho más glamurosa que ella».

Incluso después de las distinciones entre las dos, el público puede ser incapaz de obtener una visión clara de la verdadera personalidad de Paris, incluso durante los momentos acalorados y emocionales a través de la película. De hecho, tras el estreno de la película, ha habido una serie de vídeos en YouTube de psiquiatras y psicólogos desmenuzando el comportamiento de Paris a través de la película, como medio para descifrarla.

Un fotograma del documental «This Is Paris» dirigido por Alexandra Dean. En el fotograma, Paris Whitney Hilton habla con su hermana Nicholai Olivia Rothschild (de soltera Hilton) sobre sus relaciones.| Crédito de la foto: YouTube

Aún así, la película no tendría el impacto que tiene sin las entrevistas protagonizadas por Nicky Hilton, ya sean confesiones a la cámara o incluso reflexiones sentadas con Paris. Los que conocen a Nicky saben que es mucho más reservada y tradicional, y que en ocasiones llama a Paris alborotadora. Pero Nicky adelanta que, para que la película sea auténtica, tendría que hablar porque nadie conoce a Paris como ella.

Cuando Provo conoce a Paris

This Is Paris se adentra en el trauma del pasado de Paris, que fue expulsada a unos internados que llevan mucho tiempo en los medios de comunicación por sus draconianos métodos de «desaprendizaje». Uno de ellos es el Provo Canyon School, en Utah, Estados Unidos. Paris, en una entrevista con Nicky, recuerda que fue despertada en mitad de la noche por dos hombres corpulentos que la sacaron de su casa y la llevaron directamente a la escuela, donde empezaron los horrores del acoso y el aislamiento (confinamiento solitario durante algún tiempo).

Las narraciones de lo sucedido en Provo van acompañadas de oscuras animaciones como para comunicar las perturbadoras imágenes de las pesadillas que Paris sigue experimentando hasta el día de hoy… hasta el punto de padecer un insomnio constante, como demuestran sus viajes alrededor del mundo y su exhaustiva agenda.

Un fotograma del documental ‘This Is Paris’ dirigido por Alexandra Dean. En el fotograma, Paris Whitney Hilton habla con su madre Kathy Hilton sobre su pasado en la escuela Provo Canyon de Utah, un controvertido instituto de modificación de conducta para adolescentes.| Crédito de la foto: YouTube

Paris procede a reunirse con sus antiguas compañeras de clase y de habitación de Provo, y comparten recuerdos así como sus traumas tras dejar la escuela. Como resultado, las pocas jóvenes se unen para crear una campaña social para protestar contra las escuelas y sacar a la luz los problemas de salud mental que siguen al «tratamiento» en estos institutos.

Enfurecimiento

Aunque This Is Paris ofrece al público retazos de un pasado aterrador, hay momentos de incomodidad. Una DJ de buena fe, que se apresura a abolir los titulares del pasado que alguien hace de DJ para ella, vemos cómo Paris y su novio de entonces se enzarzan en una discusión explosiva pocos minutos antes de su actuación en Tomorrowland, y el público se adentra en un viaje surrealista en el que la vemos alternar entre las súplicas emocionales y la ira rápida, hasta el punto de que hace que lo expulsen del festival.

Alguien con la influencia y el poder de Paris tiene que estar siempre atento a las verdaderas intenciones de la gente con ella. Una de las escenas más memorables es la de ella rodeada de una pila de MacBooks, hablando de cómo cada vez que tiene un nuevo novio, tiene que conseguir un ordenador completamente nuevo porque muchos de ellos intentan destruir el aparato o entrar en él. Esto dista mucho de la París que hemos visto, que «ama el amor», pero que en la película acaba afirmando que se ha «insensibilizado a la sensación de…»

Al final de la película, no esperes saber quién es realmente París; es una tarea imposible de hacer de alguien a lo largo de sólo una hora y 45 minutos, sobre todo teniendo en cuenta que está muy versada en cambiar entre su yo público y el privado, y con razón. Como espectador, no pude calibrar el objetivo narrativo de la directora Alexandra Dean. Todavía hay una desconexión dentro de la película, tal vez en el propio montaje.

La decisión de transmitir This Is Paris en YouTube en lugar de en una lucrativa plataforma OTT es notable. Actualmente, con más de 11 millones de visitas y contando, This Is Paris sigue teniendo éxito en su objetivo de invitar a la empatía y a cierta comprensión del público… no de todo el público, por desgracia.