Abstract

Se demuestra que cinco factores están fuertemente relacionados con la duración de la guerra civil. Las guerras civiles que surgen de golpes de estado o revoluciones tienden a ser cortas. Las guerras civiles en Europa del Este y la antigua Unión Soviética también han tendido a ser relativamente breves, al igual que las guerras anticoloniales. En cambio, las guerras de los «hijos de la tierra», que suelen implicar un conflicto territorial entre una minoría étnica periférica y los emigrantes de un grupo étnico dominante apoyados por el Estado, suelen ser bastante duraderas. Lo mismo ocurre con los conflictos en los que un grupo rebelde obtiene la mayor parte de su financiación del contrabando, como el opio, los diamantes o la coca. El artículo trata de explicar estas regularidades, desarrollando un modelo de juego centrado en el rompecabezas de lo que impide las soluciones negociadas a las guerras civiles destructivas de larga duración para las que las expectativas militares conflictivas son una explicación poco plausible. En el modelo, los acuerdos de autonomía regional pueden ser inalcanzables cuando las fluctuaciones de la fuerza del Estado socavan la capacidad de compromiso del gobierno. El problema del compromiso es más difícil cuando el centro tiene un interés político o económico duradero en la expansión hacia la periferia, como en las guerras de los «hijos de la tierra», y cuando el gobierno o los rebeldes pueden obtener algunos ingresos durante un conflicto a pesar de los costes de la lucha, como en el caso de la financiación del contrabando.