Cómo crecer en plenitud
Sed santos como el Señor es santo
Levítico 1:1-3:17
¿Cómo puedes vivir una vida santa cuando el mundo que te rodea es impío?
Cuando el pueblo de Dios está a punto de entrar en la tierra prometida, se produce lo que Eugene Peterson describe como una «pausa narrativa»; un «tiempo prolongado de instrucción, una preparación detallada y meticulosa para vivir «santamente» en una cultura que no tiene la menor idea de lo que es «santo».»
«En primer lugar», escribe, «cada detalle de nuestras vidas se ve afectado por la presencia de este Dios santo». Estás llamado a la santidad en cada aspecto de tu vida cotidiana. En segundo lugar, continúa Eugene Peterson, ‘Dios proporciona un medio (los sacrificios y las fiestas y los sábados) para llevar todo lo que hay en nosotros y lo que nos rodea a su santa presencia, transformado en el ardiente resplandor de lo santo’.
El lenguaje del Levítico suena muy extraño a nuestros oídos modernos. La ley exigía que el sacrificio fuera perfecto – ‘sin defecto’ (1:3). A través del sacrificio, se hacía «expiación» (v.4). Simbólicamente, a través de la imposición de manos sobre la cabeza de los toros, los machos cabríos y los corderos (por ejemplo, 3:2,8) el pecado pasaba a un sustituto que sería sacrificado en nombre de los seres humanos. La sangre del sacrificio era extremadamente importante (1:5; 3:2,8,13).
Todo esto sólo puede entenderse plenamente a la luz del Nuevo Testamento. El escritor de Hebreos nos dice que «sin derramamiento de sangre no hay perdón» (Hebreos 9:22). Nos dice que la ley es una «copia» (v. 23) y una «sombra» (10:1). En otras palabras, esto es sólo una prefiguración y una imagen de algo mucho más grande y maravilloso.
Escribe, ‘La ley es sólo una sombra de las cosas buenas que vienen – no las realidades mismas… Es imposible que la sangre de toros y machos cabríos quite los pecados’ (vv.1,4).
Todo esto conducía al ‘sacrificio del cuerpo de Jesucristo una vez por todas’ (v.10). Por un solo sacrificio ha hecho perfectos para siempre a los que están siendo santificados’ (v.14). Recibimos el perdón total y ‘donde éstos han sido perdonados, ya no es necesario el sacrificio por el pecado’ (v.18).
Así que el Nuevo Testamento nos dice que ya no son necesarios estos sacrificios. Sin embargo, constituyen el trasfondo del sacrificio de Jesús y nos ayudan a comprender lo sorprendente que es. La santidad comienza poniendo tu fe en lo que Jesús ha hecho por ti y pidiendo a su Espíritu Santo que entre en tu vida para ayudarte a empezar a vivir una vida santa.
En agradecimiento por todo lo que Dios ha hecho por ti, por el sacrificio de Jesús en tu favor, ofrece tu cuerpo como ‘un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios – este es tu verdadero y propio culto’ (Romanos 12:1-2).
Señor, lleno de gratitud y alabanza, te ofrezco mi cuerpo como un sacrificio vivo. Ayúdame, por tu Espíritu Santo que vive en mí, a ser santo como tú eres santo.