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Las ballenas azules, los animales más grandes de la Tierra, pueden comer unas cuatro toneladas de comida al día, y cuando terminan de hacer la digestión, todavía les queda un montón de cosas. Esta imagen aérea, tomada por el consultor oceanográfico Eddie Kisfaludy frente a la costa del sur de California, muestra una ballena azul y un enorme penacho de su caca, del mismo color naranja intenso que el krill del que se alimentan las ballenas.
Las heces de las ballenas, resulta que juegan un papel importante en los ecosistemas oceánicos. Como flotan en la superficie, llevan a las aguas poco profundas el nitrógeno que las ballenas han ingerido al alimentarse en las profundidades del océano, proporcionando un nutriente muy necesario para el plancton. Las heces de estos enormes mamíferos también sirven como un importante sumidero de carbono; un estudio estimó que los excrementos de los cachalotes en el Océano Antártico, por sí solos, secuestran 400.000 toneladas de dióxido de carbono al año.
Los investigadores que estudian a las ballenas han encontrado en las heces un terreno fértil para la investigación científica, analizando su composición para determinar qué comen los animales, dónde han estado e incluso si están estresados. En cuanto a cómo estos curiosos científicos localizan su material de investigación en el océano abierto: Han entrenado a perros para que lo huelan desde una milla de distancia.
vía Wired Science.