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Arte brutal

Ciudad de Dios (R) (135 min.) _ Implacablemente lúgubre y excesivamente violenta, esta cuarta película del antiguo director de televisión brasileño Fernando Meirelles, ayudado por el ingenioso director de fotografía César Charlone, brilla sin embargo por su ingenio visual. Es un viaje largo y perturbador, no muy diferente de Amores Perros, de México, que puede dejar a los espectadores cansados de la brutalidad, pero entusiasmados por la llegada de un gran talento cinematográfico.

Ciudad de Dios, campeona de la taquilla en Brasil y favorita en Cannes, se nutre, en parte, de sus raíces en la vida real: La película, ambientada en las favelas de Río de Janeiro, es una adaptación de la popular novela de Paulo Lins, un antiguo residente del proyecto de viviendas titular.

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Lins basó su historia, que abarca desde los años 60 hasta los 80, en la vida del fotógrafo de prensa Wilson Rodríguez. Meirelles, con la ayuda de la codirectora Katia Lund, seleccionó el reparto no profesional entre los chicos del barrio, que fueron sometidos a audiciones y entrenados para actuar durante ocho meses antes de que comenzara la producción.

El resultado es un drama descarnado que detalla el ascenso de varios de los chicos perdidos del barrio, que pasan de ser jóvenes matones a poderosos y notorios señores del crimen. Rocket (Alexandre Rodrigues), el joven fotógrafo, narra la historia, centrada en las hazañas de Li’l Dice (Douglas Silva), loco por las armas, que más tarde cambia su nombre a Li’l Ze (Leandro Firmino da Hora), y Bene (Phellipe Haagensen). El fotógrafo convierte su amistad con los miembros de la banda en un trabajo, documentando la vida de la favela para un diario de Río.

La película de Meirelles, que en última instancia adopta una visión pesimista de la naturaleza humana, está repleta de imágenes desagradables, incluyendo, lo más preocupante, el asesinato forzado de un chico por otro, y el castigo de Li’l Dice a dos niños díscolos y muy jóvenes: Les dispara en los pies. Aun así, la narración cinematográfica -flashbacks, fotogramas congelados, puntos de vista inusuales de la cámara, múltiples perspectivas sobre las mismas secuencias de acontecimientos- es deslumbrante. Y una coda, que ofrece imágenes de vídeo y fotos de las personas cuyas vidas inspiraron la historia, es sorprendente. B+

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_ PHILIP BOOTH, redactor del Times

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