El músculo es uno de los cuatro tipos de tejidos primarios del cuerpo, y éste contiene tres tipos de tejido muscular: músculo esquelético, músculo cardíaco y músculo liso (). Los tres tejidos musculares tienen algunas propiedades en común; todos exhiben una cualidad llamada excitabilidad, ya que sus membranas plasmáticas pueden cambiar sus estados eléctricos (de polarizado a despolarizado) y enviar una onda eléctrica llamada potencial de acción a lo largo de toda la membrana. Aunque el sistema nervioso puede influir en la excitabilidad del músculo cardíaco y del músculo liso hasta cierto punto, el músculo esquelético depende completamente de las señales del sistema nervioso para funcionar correctamente. Por otra parte, tanto el músculo cardíaco como el músculo liso pueden responder a otros estímulos, como las hormonas y los estímulos locales.

Todos los músculos comienzan el proceso real de contracción (acortamiento) cuando una proteína llamada actina es arrastrada por una proteína llamada miosina. Esto ocurre en el músculo estriado (esquelético y cardíaco) después de que se hayan expuesto sitios de unión específicos en la actina en respuesta a la interacción entre los iones de calcio (Ca++) y las proteínas (troponina y tropomiosina) que «protegen» los sitios de unión a la actina. El Ca++ también es necesario para la contracción del músculo liso, aunque su papel es diferente: aquí el Ca++ activa las enzimas, que a su vez activan las cabezas de miosina. Todos los músculos necesitan trifosfato de adenosina (ATP) para continuar el proceso de contracción, y todos se relajan cuando se elimina el Ca++ y se vuelven a proteger los sitios de unión a la actina.

Un músculo puede volver a su longitud original cuando se relaja debido a una cualidad del tejido muscular llamada elasticidad. Puede volver a su longitud original debido a las fibras elásticas. El tejido muscular también tiene la cualidad de la extensibilidad; puede estirarse o extenderse. La contractilidad permite que el tejido muscular tire de sus puntos de unión y se acorte con fuerza.

Las diferencias entre los tres tipos de músculos incluyen la organización microscópica de sus proteínas contráctiles-actina y miosina. Las proteínas actina y miosina están dispuestas de forma muy regular en el citoplasma de las células musculares individuales (denominadas fibras) tanto en el músculo esquelético como en el cardíaco, lo que crea un patrón, o rayas, denominado estrías. Las estrías son visibles con un microscopio de luz a gran aumento (véase ). Las fibras musculares esqueléticas son estructuras multinucleadas que componen el músculo esquelético. Las fibras musculares cardíacas tienen uno o dos núcleos cada una y están conectadas física y eléctricamente entre sí, de modo que todo el corazón se contrae como una unidad (denominada sincitio).

Debido a que la actina y la miosina no están dispuestas de forma tan regular en el músculo liso, el citoplasma de una fibra muscular lisa (que tiene un solo núcleo) tiene un aspecto uniforme y no estriado (lo que da lugar al nombre de músculo liso). Sin embargo, el aspecto menos organizado del músculo liso no debe interpretarse como menos eficiente. El músculo liso de las paredes de las arterias es un componente crítico que regula la presión sanguínea necesaria para impulsar la sangre a través del sistema circulatorio; y el músculo liso de la piel, los órganos viscerales y los conductos internos es esencial para mover todos los materiales a través del cuerpo.