5 situaciones que debe evitar en la hora feliz de la oficina
La primavera está en pleno apogeo, los bares de la terraza abundan, y sus gerentes están llamando a cócteles después del trabajo para un poco de unión fuera de la oficina. Parece la forma perfecta de desahogarse, sobre todo si tu jefe paga la cuenta. Pero antes de que empieces a tomar esas margaritas, ten cuidado. Aquí hay cinco situaciones que debes evitar en la hora feliz de la oficina para que puedas llegar a la mañana siguiente sintiéndote renovado y no incómodo.
Los chismosos
Siempre es una buena sensación formar parte de un grupo, especialmente cuando ese grupo es la multitud de la oficina. Pero, si el precio que tienes que pagar por salir con ellos en la hora feliz es hablar mal de tus otros colegas, corre en dirección contraria. Lo último que quieres es que te pillen jugando al teléfono con alguien de la oficina. Además, lo más probable es que los Gabbys hayan trabajado juntos durante años, y aunque probablemente guarden los secretos de los demás, eso no significa que sean tan leales contigo, el novato.
Si se da cuenta de que ha acabado con este grupo, no significa que tenga que ser grosero o hacer una salida dramática y farisaica, simplemente excúsese amablemente al baño de mujeres y elija otro grupo con el que mezclarse.
2. Uno a uno con el ligón de la oficina
Es guapo, carismático, divertido y suave. Lo has visto en la oficina una docena de veces antes, pero nunca pudiste llamar su atención -¿no estaba saliendo con esa pelirroja del piso 14? No importa, esta noche está pendiente de ti, pidiéndote bebidas, preguntando por tu familia, interesado en la próxima exposición de arte de tu compañera de piso y pendiente de cada una de tus palabras.
Sal de ahí. Él es suave porque es un cortejador de carrera, y tú no quieres terminar siendo su sabor de la semana, o peor, la conversación de la oficina. Las «Gossiping Gabbys» harían su agosto si te pillaran llorando en tu cubículo por este tipo o si te dieran la primicia de alguna acción a puerta cerrada. Mi consejo: En cuanto intente meterte en una conversación personal, ríete, aligera la situación y vuelve a dirigir esa bonita cabecita hacia el grupo más grande.
3. La sesión de terapia
Como nos dijeron a todos en esos vídeos informativos obligatorios sobre el abuso de sustancias en la escuela secundaria, el alcohol es un depresivo. (Quizá ya lo hayas experimentado, cuando te encontraste divagando sobre tu ex en un baño de desconocidos durante la despedida de soltera de tu mejor amiga). Y eso significa que, si tu jefe (o cualquier otra persona, en realidad) empieza a balbucear sobre sus problemas personales después de tomar demasiados Chardonnays, es tu señal para irte.
Sé que puede parecer un poco duro no prestar atención, pero créeme, si estás en el extremo receptor del drama del divorcio, es probable que tu compañero de trabajo se distancie de ti mañana en la oficina por absoluta vergüenza. Estás tratando de caerle bien a tu jefa, no de ser un recordatorio de sus problemas personales.
4. Salud con los internos Salud con los becarios
Esto no sólo se aplica a los becarios, sino también a cualquier personal subalterno que trabaje a tus órdenes: No levantes, bajo ninguna circunstancia, tu copa cuando te griten los chupitos. (En realidad, para que conste, no deberías considerar los chupitos en ningún acto de la oficina).
Entiendo que tal vez sólo tengas unos años más que algunos de ellos, o que quieras que te vean como el jefe guay, el que todavía puede aguantar. Aun así, no lo hagas. Una vez que lo hagas, te habrás puesto a su nivel, y tu autoridad cuando llegue el lunes por la mañana se te escapará de los dedos tan rápido como te bebiste ese vaso.
5. Humor universitario
Esos cuatro años fueron geniales. Y, esas historias de la casa de la hermandad y los momentos vergonzosos de la fiesta son legendarios. Pero es mejor dejarlas con aquellos que las presenciaron de primera mano.
Lo sé: cuando se te acaban las cosas de las que hablar, y parece que lo único que tienes en común con tus compañeros de trabajo es la universidad y las bebidas que tienes delante, es fácil recurrir a esas historias de borrachera. Pero el nombre de Pam, la de los pantalones mojados, que adquiriste tras atreverte a tirarte desde el tejado, no es precisamente la forma en que quieres que te recuerden en la oficina. Claro, puede que al principio te lleves los aplausos, pero pronto te molestará que te conozcan por tu gran historia universitaria y no por tu actuación. Es mejor que no vayas allí.
Lo creas o no, las horas felices pueden ser divertidas incluso cuando se respetan estas reglas. Es un momento en el que puedes conocer a tus compañeros de trabajo, establecer contactos y causar una impresión duradera a los directivos, todo ello mientras consigues ese merecido descanso y esa deliciosa bebida afrutada. Se trata de hablar y beber con moderación, y evitar las situaciones comprometidas. Salud por tu próxima hora feliz en la oficina.